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Baloncesto y valores

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Foto autor
Mariano Pozo
Imagen del Caja de Ronda-Joventut Massana de hace 33 años.
Imagen del Caja de Ronda-Joventut Massana de hace 33 años.


Discurso de presentación de Mariano Pozo en el VIII Clínic Fundación Césare Scariolo: "En la temporada que acaba de concluir, se cumplían 33 años desde aquel día en el que fui a ver mi primer partido de baloncesto del Caja de Ronda. Me acompañaba un primo mayor de edad porque yo solo tenía 15 años. Me llevé la vieja Ricoh de mi padre con un objetivo de 50mm ya que era un devorador de la revista Nuevo Basket y admirador de Miguel Angel Forniés, y quién sabe, igual tenía la oportunidad de hacer alguna foto. Nos sentamos en el sector B de Ciudad Jardín, más o menos a media altura. El partido era un Caja de Ronda- Joventut Massana, este fue mi primer partido de baloncesto. Todo lo que vi me cautivó, la cancha color verde, las equipaciones, las zapatillas de los jugadores, el sonido del balón de cuero gastado al golpear el suelo, el ambiente del público, el sonido de la pelota al entrar en el aro acariciando la red. Era todo nuevo y apasionante. Pero sentía que me faltaba algo, era inquieto ya con 15 años. Le comenté a mi primo que las fotos que había visto en el Nuevo Basket y que tanto me gustaban estaban hechas debajo del aro, que desde donde estaba no me convencían demasiado. Mi primo fue directo, “salta la valla y ponte debajo del aro, no creo que te digan nada”. En aquella época lógicamente no existía la figura del jefe de prensa, ni había tanto control como el que existe ahora. Dicho y hecho, me fui por la escalera lateral de Ciudad Jardín, al estar cerrada la pequeña puerta de acceso me vi obligado a saltar. Pero nada más hacerlo me encontré de bruces con un señor de amplio bigote negro que me dijo “¿qué haces?”, “quiero hacer fotos debajo del aro”, le contesté. Ese hombre me sonrió y me dijo, “anda pasa”. Aquel día empezó todo. Aquel señor del bigote era Juan de Dios, una persona que estuvo toda su vida vinculada al equipo y posteriormente también sus hijos. Muchas veces me he preguntado ¿qué hubiese pasado si Juan de Dios hubiese decidido no dejarme pasar?, ¿hubiese estado mi vida tan vinculada al baloncesto, lo hubiese intentado más veces o tal vez hubiese desistido el primer día con la decepción? Es increíble cómo podemos influir en las personas sin saberlo, y aquel gesto de Juan de Dios marcó el resto de mis días hasta ahora, porque desde entonces me gano la vida haciendo fotografías. Mucha gente se sorprende cuando me pregunta sobre cómo fueron mis comienzos con la cámara. Mis comienzos fueron literalmente debajo de un aro, seguramente quien me hace la pregunta esperará escuchar que estudié en tal o cual escuela, o que mis comienzos fueron con un grupo de artistas o que aprendí fotografía en un estudio, etc. Pues no, yo crecí con la cámara debajo de una canasta, leyendo libros y ojeando revistas, pero eso sí, cargado de sueños. Mis comienzos siempre estuvieron vinculados al Caja de Ronda, durante la semana hacía fotos de cada entrenamiento y los fines de semana de los partidos. El día a día de mi vida eran estas dos cosas, baloncesto y fotografía. Y curiosamente tenía tiempo para todo. Iba al colegio, acudía a los entrenamientos del primer equipo, hacía fotos, me iba a entrenar con mi equipo, estudiaba y las noches las pasaba en un laboratorio montado primero en un baño de casa y luego en la terraza de mi abuela. Esa era mi vida, mi maravillosa vida, hacía lo que quería y lo hacía apasionadamente. Las fotos que revelaba se las vendía a los jugadores del Caja de Ronda por 100 pesetas cada una, lo que me permitía seguir comprando material, seguir mejorando, seguir creciendo. Luego estos mismos jugadores me presentaron con a las revistas nacionales, al propio Nuevo Basket, con el que empecé a colaborar. Mi vinculación con el equipo fue tal en aquellos años, que hubo momentos en los que, cuando Alfonso Queipo era entrenador, y se quedaba sin algún jugador por cualquier motivo, me pedía a mi que dejase la cámara y siguiera con el entrenamiento jugando. Lógicamente eran otros tiempos, pero para mí todo aquello estaba más cercano a un sueño que a la realidad. Tuve la suerte de unir dos pasiones, el baloncesto y la fotografía y crecí con ambas. Y desde el primer día, de manera espontánea y posiblemente inconscientemente, usé los valores que el baloncesto me enseñaba y los aplicaba a la fotografía. Eso se fue forjando año tras año, con las enseñanzas que yo tomaba como mías de los diferentes entrenadores que iban pasando por el Caja de Ronda y posteriormente el Unicaja, así como los que a mí me entrenaban en los diferentes equipos en los que jugué. Fui acumulando detalles de cada uno y dándoles forma en mi trabajo diario. Creo que la fórmula me funcionó. Me parece que es una de las claves en la preparación de cualquier persona, hacer lo que hagas con pasión pero al mismo tiempo con la sólida base de unos valores. De esta forma, en el baloncesto aprendí que el éxito o el progreso se basaba en el ESFUERZO: Pero no sólo en el baloncesto, en la actividad que había decidido hacer, la fotografía, no tenía a nadie a quien consultar ni existía internet y los libros especializados eran muy escasos. Para mí, todo lo que he conseguido en fotografía ha sido a base de esfuerzo. Mi padre me compró un laboratorio de segunda mano que vendía un vecino y me encontré ante un mundo absolutamente desconocido y apasionante. Como comentaba antes, no había internet donde consultar a través de Google, eso en aquellos tiempos era algo más que ciencia ficción, por lo que mi padre trataba de buscarme todos los libros que podía y yo compaginaba los estudios del colegio con la lectura de todo aquello que me llegaba sobre fotografía y laboratorio. El mismo esfuerzo de superación que me requería el baloncesto, lo empleaba en mejorar fotografiando. Cuando eres casi un niño, un adolescente que quiere comerse el mundo, y ves como hay jugadores que se recuperan de lesiones graves, como van luchando día a día para lograr recuperarse. Al final ese afán de superación, ese esfuerzo se te queda grabado y lo vas adaptando a tus situaciones personales.
En el baloncesto aprendí la importancia de la HUMILDAD:
De no pensar que sabías más que nadie o eras mejor que el resto, que había que aprender cada día. Eso me sigue pasando hoy en día incluso cuando hay quien me recrimina que debería ser menos humilde, yo sigo acudiendo a cursos a aprender como un principiante y no siento arrogancia alguna en lo que hago. Los jugadores más grandes que he conocido han sido también los más humildes y eso es algo que también me ha dado pistas a seguir en mi vida, y de hecho los que más he admirado ha sido precisamente a aquellos jugadores que su fama momentánea no les ha hecho despegar los pies del suelo. En baloncesto es de los pocos deportes en los que más hincapié se hace en el RESPETO:
Respeto no solo a lo que haces, sino respeto a tus rivales, y a quienes te rodean en una cancha. Aprender de quien lo hace mejor que tú y reconocerlo. Igual aprendí a hacer en la fotografía, respetar a mis compañeros, incluso a aquellos que podían ser mis rivales profesionalmente me sirvieron de inspiración y por tanto, de aprendizaje. Cuando en Málaga se jugó el All Stars de Primera B un 3 de marzo de 1987, tuve la suerte de conocer al fotógrafo que me abrió el universo de la fotografía de basket, Miki Forniés, el primer fotógrafo español en captar imágenes de la NBA, una auténtica leyenda. Recuerdo estar tan nervioso que casi no articulaba palabra. Le hablé de lo mucho que admiraba su trabajo, y desde aquel día recibí esporádicamente fotografías suyas, revistas y recortes que demostraban la calidad humana de quien las enviaba. A mí me sirvió no solo para aumentar mi admiración, sino también mis ganas de ser como él. Eso es respeto.
PASIÓN:
Yo tenía bien definidas mis dos pasiones, lo tenía claro. Baloncesto y fotografía. Y me tiré de cabeza a por ambas. En una iba viendo que mis opciones de futuro se iban acabando pero aún así la seguía disfrutando, la otra no hacía más que empezar, así que ahí fue donde eché el resto. Quería ser fotógrafo deportivo. Igual que no puedes hacer nada sin ilusión y que te de un resultado óptimo, de esta receta tampoco se pueda olvidar la pasión. Todo lo que hago lo hago de forma apasionada. Esa es otra de las cosas que he aprendido de muchos entrenadores a los que he tenido la suerte de conocer en estos años de carrera fotográfica, a afrontar lo que hago con la pasión del primer día. Y reconozco que hoy día, llego a fotografiar un partido como aquel día de 1983 en el Caja de Ronda-Joventut Massana. Así me podreis ver subiendo al techo del Carpena para coger un ángulo imposible o colocando cámaras detrás del tablero, intentando crecer cada día sin importarme las limitaciones que otros se imponen como la edad etc.
CONSTANCIA:
Un día me dijo un entrenador de baloncesto “en la vida sigue siempre una línea recta a donde quieras llegar, nunca te desvíes, que al final, con constancia, llegas”. Y así es. La constancia en el deporte y en la vida da sus frutos. En fotografía también me los ha dado. Ser constante me ha dado muchas satisfacciones, sobre todo credibilidad en las personas y empresas para las que has trabajado. AMBICIÓN:
Ser ambicioso es necesario para crecer, en el baloncesto, en la fotografía o cualquier empresa que afrontes en la vida. Pero una ambición bien entendida, la que se aleja de la arrogancia, la que busca el crecimiento personal. Así fui desde que tomé la primera imagen, quería ser mejor, quería parecerme a los que tanto admiraba. Pero nunca busqué quitar nada a nadie ni pisar a nadie, busqué ser mejor y punto. Igual que cuando jugaba me fijaba en los mejores, aprendía de ellos, pero siempre tuve claro que nunca iba a mirar a nadie por encima del hombro. Son cosas que desgraciadamente si vi en jugadores que curiosamente, luego su trayectoria se quedó en el camino, y también ves en muchos jóvenes fotógrafos que, sin haber tenido recorrido alguno, piensan que lo saben todo. Y si algo he aprendido en estos años es que en las dos materias que nos ocupan, fotografía y baloncesto, si piensas que lo sabes todo, estás muerto. Así pues, ambición sí, soberbia no. SACRIFICIO:
Cualquier actividad que lleves a cabo, si quieres hacerla con vistas a tener éxito deportivo o profesional, siempre tendrá importantes dosis de sacrificio. Jugar, entrenar, hacer bien tu trabajo, requiere de sacrificio, pero también te asegura serias opciones de éxito. Sin sacrificio no hay recompensa. A mi me costó muchas noches de insomnio en un laboratorio casero en el que pasé momentos de auténtica magia. Mientras mis amigos se iban de fiesta, yo me manchaba las manos y la ropa de fijador y veía como las jugadas que horas atrás me habían maravillado, se hacían realidad sobre fondo de papel y luz roja ante mis ojos. Ese sacrificio siempre me mereció la pena. Siempre he admirado el sacrificio de los lesionados y su afán por recuperarse o el de aquel jugador que sabe que no tiene posibilidades de jugar en el equipo, pero que aún así deja su vida en cada entrenamiento. Ese tipo de cosas vistas cuando tienes 15 años, te hacen crecer de manera diferente. Te hacen valorar las cosas y luchar por ellas. COMPETITIVIDAD:
La competitividad bien entendida es de las cosas más sanas y que más te hacen progresar. No hay nada como entrenar en un equipo con jugadores competitivos, porque ello te hará crecer. En fotografía en aquellos años tuve la suerte de tener a mi alrededor gente que también quería comenzar a crecer en la imagen, no solo la deportiva. Esto nos hacía tener un sano pique, a ver quien podía comprar el mejor papel para revelar, o los químicos que te dieran una mejor resolución a tu imagen. Todo muy alejado de lo que está sucediendo hoy día, donde hay gente que quiere competir profesionalmente incluso con un móvil, donde se han perdido muchos valores sobre el respeto hacia la veteranía, y las formas de alcanzar el éxito profesional, etc. SERENIDAD:
Cuando tienes en tu mano la jugada del partido, cuando te llega a tí la pelota y eres quien tiene que decidir tienes que ser una persona serena y segura de lo que estás haciendo. Eso lo aprendí a base de partidos, como hacen los jugadores. Las jugadas extremas con una cámara en la mano requiere de nervios de acero, no sé si tanto como el que la lanza, pero casi. Tu periódico quiere esa jugada, no otra, quiere la acción con la que el jugador X ha logrado el ascenso, la final, la victoria... Aprendes a aislarte, cuando llegan los instantes finales os puedo asegurar que con el paso de los años aprendí a abstraerme totalmente, incluso dejo de oir sonidos, por imposible que parezca. Con el ojo en la cámara, aunque sin guiñar, algo que se suele hacer para no perder visión del resto de la acción, solo me preocupo de seguir la jugada, de leer lo que quiere hacer el jugador. Esto te da una enorme ventaja cuando has jugado basket, adivinas unas milésimas de segundos sobre el resto. Y llega el instante, click... Si has visto la jugada, es simple, no la tienes. El cierre del obturador te impide ver la jugada clave en una milésima de segundo, pero si tu mente te dice que has visto la jugada perfectamente, ya sabes que se te escapó. Igual de sereno tenías que estar cuando la fotografía era analógica y tenías que revelar tus carretes y tus fotos. No podías dejarte poner nervioso por los acontecimientos. He revelado en los cuartos de baño más infames de España y Europa, en condiciones imposibles, pero siempre manteniendo la serenidad de que te la jugabas a una carta. Antiguamente quien te contrataba pagaba la incertidumbre, que supieras lo que hacías en el laboratorio, hoy esa incertidumbre dura lo que dura el play de la cámara que te permite ver la imagen que hiciste al instante. RESPONSABILIDAD: Cada miembro de un equipo sabe cual es su rol, cual es su aportación al equipo y todos le deben respeto a las instrucciones del entrenador. En mis 33 años vinculados a la fotografía, nunca he dejado un trabajo sin entregar en su plazo de tiempo. Yo sabía cual era mi rol en mi periódico o medio de comunicación, ¿sabeis por qué?, me lo enseñó el baloncesto. Yo sabía que pieza era en el engranaje de un medio de comunicación y sabía que mi dejadez o desidia en un momento determinado podía perjudicar a otra persona. Como el jugador que no obedece las instrucciones de un entrenador en un momento clave y perjudica al resto. Cuando he dado alguna charla a jóvenes fotógrafos, siempre he hecho mucho hincapié en este punto. Si cuando haces tu trabajo tienes siempre una constante de responsabilidad, la próxima vez volverán a llamarte. Como cuando el entrenador mira al banquillo buscando alguien que haga lo que él necesita, y sale a la cancha y lo hace. La titularidad está normalmente garantizada.
COMPAÑERISMO: Pocas cosas hay más gratificante en la actividad deportiva que el compañerismo, el sentirte arropado por tus compañeros te da un plus difícilmente cuantificable. Cuando tengo una cámara colgada del hombro nunca olvido aquel chico que saltó la valla de Ciudad Jardín para cambiar definitivamente su vida. Tengo la costumbre de darme en mi profesión a mis compañeros y debo reconocer que cuando han venido determinados periodos difíciles de mi vida, los he encontrado ahí, recordándome lo que un día hice por ellos. Esto nos lleva a algo también muy importante en estos dos ámbitos de los que hablamos, la
GENEROSIDAD: Es difícil jugar baloncesto y no ser generoso, pocos deportes son más de equipo que este. En cambio la fotografía es un acto realmente individual, sin embargo en los tiempos en los que vivimos, ser generoso en mi trabajo ayuda. Para mí es una forma de ganarte el respeto de los demás, siendo generoso con el compañero, aunque sea de tu competencia, te deja una enorme satisfacción personal además de garantizarte amigos de por vida. He vivido casos dramáticos, captando momentos irrepetibles en los que solo hemos estado dos profesionales de la misma ciudad fotografiando y el compañero sufrir un problema con su carrete o cámara, y sin él pedírmelo, he compartido mis imágenes con él. Ese día no solo te sientes bien, sino que ganas un afecto para siempre. ILUSIÓN: No entiendo afrontar nada sin ilusión, el baloncesto y la fotografía son dos cosas que solo puedes hacer si te gusta hacerlas. Nadie juega al baloncesto por obligación, y si lo hace se está equivocando. Durante mucho tiempo trabajé con un fotógrafo al que podías ver cada día como no le apasionaba lo que hacía, hacía fotos porque su padre le metió en ello y nunca supo decirle lo que de verdad sentía. Toda su vida fue una persona frustrada, hasta que decidió afrontar el problema en busca de su propia felicidad y lo dejó. Una actividad creativa no se puede afrontar con desgana, igual que un deporte. No puedes desarrollar una actividad deportiva si no te llena de ilusión cada vez que lo practicas, porque si no es así, sencillamente te has equivocado. La ilusión es la base de todo. Baloncesto y fotografía, fotografía y baloncesto. Esa ha sido mi vida durante 33 años consecutivos. Y aún me sorprendo a mí mismo cuando veo que han pasado más de tres décadas haciendo lo que amo. Aún tengo muy fresco el recuerdo de aquel día que decidí saltar una valla para alcanzar un sueño. Espero que todos los que estais aquí soñando con ser entrenadores, ayudéis a saltar muchas vallas para alcanzar los sueños de vuestros jugadores. Muchas gracias...".

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