El año 1994 es uno de los más negros en la historia del automovilismo deportivo. El GP de San Marino acogía hace 30 años uno de los pasajes más trágicos de la historia del deporte. El piloto brasileño, Ayrton Senna, conducía el ingobernable Williams FW16 por la curva de Tamburello a más de 300 kilómetros por hora. Senna murió en un accidente que jamás debió ocurrir y en un coche al que jamás debió subirse. La Fórmula Uno encontró el límite que Senna sabía que no podía evitar. Conocía su propio destino y no pudo bajarse de su monoplaza.
La Fórmula Uno adquirió un interés extraordinario gracias a la gran rivalidad que protagonizaron Ayrton Senna y Alain Prost a finales de los ochenta. La insaciable competitividad y disputa mutua elevó su deporte a otro nivel. El brasileño era distinto. Los pilotos más osados no conocen el miedo. Ayrton era profundamente religioso y a menudo comentaba que hablaba con Dios. El FW16 era un arma suicida y fue la primera vez que Senna tuvo miedo al conducir un coche. El mundial llegaba a San Marino y un joven Michael Schumacher ponía a Senna contra las cuerdas. El mundo no estaba preparado para lo que iba a suceder porque no tenía ningún sentido.
La escudería Williams dominaba el circuito gracias a una tecnología vanguardista que convertía el monoplaza en una máquina perfecta, y tenía en su suspensión y control automático su secreto. La FIA prohibió para ese año esas asistencias electrónicas y Senna tuvo que intentar pilotar una bala de acero contra la que luchaba en cada curva. El pilotaje era muy arriesgado. El brasileño, a pesar de ese hándicap, no pisó nunca el freno. Pero empezó a tener serias dudas sobre continuar.
Llegó Imola. Barrichello, compatriota y compañero de equipo, estrella el FW16 en la sesión del viernes y pierde la consciencia en el accidente. Senna habla con los suyos y su instinto le dice que es una locura conducir ese coche. El sábado llegó el seísmo donde debió parar aquello. El austriaco Ratzenberger se estrellaba en la curva Villeneuve y perdía la vida. Como decía Senna: "La Fórmula Uno es política". Nadie paró aquello. Al día siguiente se daría la salida.
Séptima vuelta. Senna lidera la carrera que se relanza tras un safety car. En la vuelta lanzada pisa a fondo. Sin límite. Tras una chicane se aproxima a la curva Tamburello. El coche no gira a la izquierda y se precipita contra un muro sin protección. Muere en el acto. La Fórmula Uno pierde a la leyenda y tricampeón mundial por permitir una carrera en unas condiciones donde los pilotos se juegan la vida literalmente. Brasil organiza un funeral de estado y llora la pérdida de un deportista que inspiraba a todo un país sumido en la pobreza.
La llegada de Senna cambió la Fórmula Uno para convertirlo en un deporte apasionante de velocidad y riesgo. Eso mismo se lo llevó. Y su muerte cambió las reglas de seguridad para siempre. Los límites de Senna fueron los límites de la curva de la vida. La suya propia.
Después de Ayrton Senna, la Fórmula 1 nunca volvió a ser la misma. 'Senna', miniserie inspirada en la vida, la carrera y las relaciones del mejor piloto brasileño de todos los tiempos, llega en 2024. pic.twitter.com/dxKmzAia8G
— Netflix España (@NetflixES) April 30, 2024