Aston Martin ha presentado el AMR23, el nuevo monoplaza de Fernando Alonso en su vigésima temporada en la Fórmula 1, la primera con la escudería británica. Esta nueva máquina ha despertado mucha curiosidad y es que se trata de un diseño totalmente revolucionario. Este es el análisis del nuevo coche del bicampeón del mundo.
El AMR23, para lo bueno o para lo malo, es un diseño totalmente rompedor con respecto al monoplaza de Aston Martin del año pasado. Un cambio radical en la estructura, agresivo, extremo y muy diferente tanto en la técnica, como en la aerodinámica en relación a lo visto hasta ahora.
Algo que ha llamado poderosamente la atención es su semejanza con el Red Bull RB18 del año pasado - cabe recordar que Aston Martin ha fichado a algunos ingenieros de la escudería austriaca - y eso se nota tanto en los pontones, como en la cubierta motor y también en la toma de aire.
El AMR23 parece agrupar lo mejor de cada escudería y es que también tiene detalles en la zona de los pontones que recuerda a lo visto en el Ferrari y el Alpine de la pasada temporada.
Otro de los aspectos mejorados es el morro del monoplaza, mucho más estrecho, estilizado, bajo y largo. El diseño de la parte frontal es agresivo, un intento máximo de generar carga aerodinámica.
Visualmente es muy atractivo, aunque ahora solo queda que sea rápido en pista, tal y como ha señalado el propio Fernando Alonso. El último, y misterioso, aspecto del AMR23 es la gran cantidad de pintura que luce en su diseño. Desde hace años, las escuderías tratan de pintar lo mínimo el monoplaza para ahorrar kilos y cumplir con las reglas de la FIA, sin embargo, Aston Martin no ha escatimado en este aspecto.
La única explicación que vendría a justificarlo es que se trate de un monoplaza muy ligero, y que a diferencia del resto, necesite peso para llegar al límite, lo que vendría a apoyar la teoría del diseño extremo con el que Aston Martin quiere ser el equipo revelación de 2023. Y para Red Bull, el rival a batir, ya lo son.