La Fórmula 1 ha decidido suspender el GP de Imola que tenía que celebrarse este próximo fin de semana debido a las fuertes inundaciones que azotan la región italiana de la Emilia Romaña y que ya han dejado varios muertos. La organización ha tomado la decisión más inteligente - y también la más humana - aunque habrá muchas consecuencias.
Con la cancelación de un Gran Premio, todas las partes salen damnificadas: público, pilotos y equipos. A solo dos días de los primeros entrenamientos libres, las entradas ya están vendidas, los hoteles llenos y los vuelos programados. Los espectadores tendrán que acarrear con todo ello de su bolsillo y - en un principio - solo podría recuperar el valor económico de la entrada, aunque ya hemos visto en el pasado que eso se antoja altamente difícil.
Segundo, los pilotos de Fórmula 1 se quedan sin una carrera menos en el calendario. El Mundial estaba previsto con 24 carreras de las que finalmente solo se disputarán 22. Aunque reprogramarlo para más adelante - mes de agosto - es una opción, ahora mismo lo más probable parece quedarse sin que se dispute la carrera a todos los efectos. De reprogramarse en el calendario - muy apretado de por sí - los pilotos se quedarían sin una semana de vacaciones durante el parón veraniego.
Si las pérdidas económicas para los espectadores serán fuertes, más aún lo serán para los equipos. Todas las escuderías habían movilizado ya sus camiones, el paddock estaba montado y las televisiones con derechos ya estaban instaladas en los circuitos. A todo ello - igual que en el caso del público general - hay que añadirle el gasto logístico que siempre viene aparejado a la celebración de un Gran Premio.
Para más inri, todas las escuderías habían elegido el GP de Imola - el primero en Europa tras la vuelta de Miami - como el circuito para empezar a traer novedades para mejorar los monoplazas. Unas mejoras que no se podrán probar... hasta dentro de diez días, en el GP de Mónaco que se disputará el 28 de mayo por las calles del Principado. Con varios ríos desbordados y las carreteras anegadas, el principal problema de la Fórmula 1 es como llevar todo el material de Imola, a Mónaco.