Continuamos el recorrido trasladándonos a Sevilla. Desde allí, ElDesmarque e Iberdrola mantienen una charla con Amparo Delgado, jugadora del Sevilla FC Femenino, y Rosa Márquez, futbolista del Real Betis Féminas, dos rivales en el campo, cuyo corazón late al mismo son fuera del césped. Dos jóvenes pero experimentadas deportistas que nos vuelven a demostrar que #EllasValenOro.
Amparo -o Amparito, como a ella le gusta que le llamen- nació en San Juan de Aznalfarache hace 27 años. Su historia es peculiar, puesto que en 2013 tuvo que replantearse su carrera como futbolista después de que su madre sufriera un ictus que trastocó sus planes de un día para otro. Fue pionera en la sección femenina del Sevilla FC y atesora el escudo blanquirrojo, que muestra con orgullo sobre su corazón desde hace más de una década.
Rosa -a la que también le gusta que le digan Rosita- se crió a pocos kilómetros de Heliópolis, en Mairena del Aljarafe, donde nació en el año 2000. Su corazón es verdiblanco desde la cuna y lleva el escudo del Betis sobre el pecho desde que era muy joven. Ha sido capitana de la selección española sub19, con la que alzó el trofeo del Europeo en 2018.
Ambas son jugadoras de club y las dos han vivido en primera persona la rivalidad de ElGranDerbi, el duelo sevillano por antonomasia, un partido que, tanto a nivel masculino como femenino, pone en jaque a toda la ciudad hispalense. En esta temporada no se ha podido disputar, ya que en la primera vuelta fue suspendido por la huelga de las futbolistas y en la segunda coincidió con la cancelación de la Primera Iberdrola debido a la crisis sanitaria del coronavirus. Pero tanto Rosita como Amparito esperan que el año que viene se viva con más ilusión si cabe.
"Al final, tanto para Amparito como para mí, que nos hemos criado desde chicas en nuestros respectivos equipos, el derbi es un partido diferente y quien no sepa verlo así es porque no lo ha vivido", resalta la bética con orgullo. Aunque intentan concienciarse de que es un partido más y que en juego sólo hay tres puntos, saben que el derbi supone mucho más: "Sabes que no son solamente tres puntos. Es el orgullo de llevar tu camiseta y estar, aunque sea una semana y dure seis meses hasta el partido de vuelta, por encima del equipo contrario de tu ciudad. Es ese pique sano que tenemos en Sevilla, que todo el mundo quiere ganar".
Para Amparito, el ángulo es muy parecido: "Este año ha sido una tristeza porque no ha sido uno el que no se ha jugado sino los dos y por circunstancias distintas. Pero esto aquí se vive de una manera diferente, muy muy especial. Teníamos muchas ganas todas de vivirlo, incluso las que vienen de fuera. Es una pena que no se haya podido jugar ninguno de los dos, con el gran ambiente que se vive siempre en estos partidos".
Tanto la sevillista como la bética pudieron experimentar en primera persona lo que es jugar un partido de estas características en un lugar tan emblemático como el Benito Villamarín, el estadio del Betis. "Es un sueño hecho realidad jugar en el campo de tu equipo. Y hacerlo contra el eterno rival es una mezcla de nervios, de ganas, de ilusión", cuenta Rosita. Y Amparito lo apoya al cien por cien: "Fue un día espectacular, para mí inolvidable. El ambiente que se vivió fue muy bonito. Todo el mundo que fue allí vio un gran partido de fútbol femenino y en el que a todas se nos va a quedar guardado para siempre". "Esperemos que en los años próximos lo podamos hacer tanto en el Pizjuán como en el Villamarín", apuntala la verdiblanca.
Como en todos los deportes, llegar a la élite en el fútbol no es recorrer una senda sencilla. El camino está lleno de baches y obstáculos, pero estas dos jugadoras se superan cada día buscando cumplir sus sueños. Para Amparito hubo una etapa especialmente difícil. Tras el ictus que sufrió su madre en 2013, su mundo se puso patas arriba y estuvo cerca de dejar el fútbol: "Es algo que no te esperas. La vida, sin tú pensarlo, te cambia de un día para otro y fue un año bastante complicado", cuenta la sevillista. "Yo tenía la cosa de si seguir o no con el fútbol, porque tenía que centrarme en estar aquí en casa, pero en vez del fútbol dejé los estudios de lado. Mi familia no quería que dejara de jugar, era una salida de escape y me ayudó a no dejarlo y a seguir con lo que realmente me llena".
Rosita, que confiesa que admira la manera en que la '15' del Sevilla ha sabido superarse, también ha tenido que sacrificar algunas cosas. "Sobre todo soy muy familiar y separarme tanto tiempo por temas de selección, de viajar tantas veces fuera de tu ciudad, tener que separarte tantas veces de tus amigos del barrio de toda la vida... Esa manera de separarme de mi entorno es lo que me ha costado más trabajo, y me sigue costando, a lo largo de mi carrera".
Pero esto no es óbice para ellas. A pesar de que no ha sido fácil, no se arrepienten de nada y tienen un consejo para todas esas niñas que sueñan con llegar a su altura algún día: "Que persigan su sueño. A mí me están abriendo camino, porque soy más joven, jugadoras como Priscila, como Ali del Sevilla o como Sonia (Bermúdez), que se acaba de retirar del Barça, y las que estamos en activo se lo estamos abriendo a las que vienen", recalca la bética. Amparito opina de forma parecida: "Que si tienen un objetivo y de verdad es lo que quieren, que no duden y vayan a por ello porque ahora tienen referentes y es algo importante".
Aunque la evolución en los últimos años del fútbol femenino en nuestro país y a nivel global ha sido exponencial, tanto Rosita como Amparito creen que este camino sólo acaba de empezar. "Ahora mismo están apostando por nosotras y esperemos que a pesar de todo lo que ha pasado siga siendo así y que cada vez más gente se enganche al fútbol femenino, que cada vez sea más vistoso y cada vez venga más gente a verlo", señala la bética. "Estamos en ello, en un buen momento y que sigan apostando, que cada vez sean más personas las que se enganchen es importante, y creo que se está haciendo", resalta la sevillista. Y, para ello, es vital ir "poco a poco y sin prisa pero sin pausa, cumplir el objetivo de todas", apunta Rosita.
Pese a la evolución y la transformación que está sintiendo el fútbol femenino, todavía hay quien le pone trabas y no lo disfruta como lo que es: fútbol. Las jugadoras sevillanas tienen claro qué le dirían a todos los que opinan que en la modalidad femenina falta calidad. "Que se pase por cualquier ciudad deportiva en la que hoy en día haya fútbol femenino y que cuando salga me cuente si piensa lo mismo", espeta Rosita ni corta ni perezosa. Y Amparito le apoya: "Que se pase, valore lo que vea, no lo que le digan, y ya a partir de ahí, que piense si realmente ve que hay tanta diferencia. Evidentemente, en cuanto a físico, puede que la haya, pero en calidad y a la hora de jugar, creo que somos bastante buenas".
Las dos saben muy bien de lo que hablan cuando opinan sobre la evolución del fútbol femenino. Las dos, como muchos futbolistas, han comenzado su andadura en campos de albero, con apenas espacio para los aficionados. Y jugar ahora en estadios grandes, ante la atenta mirada de muchos seguidores, con cámaras de televisión, es un sentimiento indescriptible. "Hay muchos nervios. Te cambia todo", dice Rosita, "de jugar delante de tu padre y tu madre y poco más... a estar la gente pendiente, tanto las televisiones como los que van a los campos, que son una pasada. Pero sí es verdad que el deporte es el mismo. Yo hago mucho trabajo psicológico para traducir esos nervios en ganas, porque el fútbol sigue siendo 11 contra 11 y un balón para las 22".
Para Amparito es más fácil evadirse de tener tanta expectación: "Yo soy de las que entro y se me olvida un poco todo. Cambia el jugar en albero, césped artificial, césped natural… pero yo soy de las que entro, me olvido de todo y sólo pienso en coger la pelotita y hacerlo lo mejor posible".
Estas dos sevillanas han vivido el fútbol femenino desde sus inicios en la capital hispalense. Mientras Amparito vivía el sueño de jugar para el Sevilla FC, Rosita rechazaba una oferta del mismo club, manteniéndose fiel a sus colores y esperando que el Betis creara su propia sección femenina. Y así fue. "Tenía no sé si 10 años más o menos. Y yo respeto al máximo al Sevilla, pero ponerme mi escudo, el verdiblanco, era algo que no tiene comparación. Cuando te has criado con tus padres llevándote al estadio, regalándote equipaciones, regalandote el chándal... Ponerte esa equipación, y poder defenderla, es un orgullo", explica la verdiblanca.
Por su parte, Amparito fue la primera goleadora del recién nacido Sevilla FC Femenino, un hito que quedará para siempre grabado en su mente. Su sueño era poder defender el escudo del equipo de Nervión y conseguirlo fue "indescriptible". "Yo intento llevarla conmigo y hacerlo lo mejor posible y espero seguir algunos años más, todos los que pueda, porque es un orgullo poder hacerlo. Desde chica, toda mi familia es muy sevillista y es algo que llevamos muy dentro", reseña la sevillista.
Tras varios años en la élite, a sus 27 Amparito ya puede considerarse una veterana -o mejor dicho, una jugadora muy experimentada-. Su consejo para empujar a Rosita en su afán por seguir creciendo es una fórmula sencilla pero efectiva: "Que aproveche el tiempo, que sé que lo está haciendo. Pero que si siente los colores, que se rija en ello, que es lo que yo hago. La calidad le sobra, que siga disfrutando en el equipo de sus sueños".
Y es que la joven bética está llamada a ser el futuro de la selección absoluta, una presión que no le oprime: "Son palabras mayores. Pero aparte de cumplir ese sueño de vestir la camiseta de tu equipo, otro sueño es ponerte la equipación de tu país y representarla en mundiales, en Juegos Olímpicos, en europeos… No soy de ponerme metas a largo plazo, la prefiero 'cortita y al pie'. Es un sueño que está ahí y que quiero cumplir, pero poco a poco y despacio".
Al igual que el resto de deportistas de nuestro país, Amparito y Rosita han tenido que entrenarse desde casa durante el confinamiento por el coronavirus en España. Esa crisis ha provocado asimismo la suspensión del final de la Primera Iberdrola, algo que ha dejado a las dos con un regusto amargo.
"Ha sido complicado terminar de esta manera. Pero sabemos que ha sido por causas mayores, la salud está ante todo. Nosotras también veníamos de una buena racha y te quedas con sabor amargo. Pero estoy segura de que el año que viene volveremos con más fuerza y todo saldrá bien", reseña la sevillista.
Para la bética, el alivio está en haber conseguido salir del descenso antes del parón obligado: "No gusta que las cosas terminen de una manera que no son en el campo o en el terreno de juego. Pero sí es verdad que nos quedamos tranquilas en el equipo porque en las últimas jornadas conseguimos salir de esos puestos de descenso que nos han marcado la temporada y, por una parte, tranquilas por el trabajo bien hecho en el campo, y con esa parte de injusticia por no poder terminarlo", indicaba Rosita.
En ElDesmarque propusimos a estas dos futbolistas que actuaran entre ellas como periodistas y se hicieran las preguntas la una a la otra y, entre risas, aceptaron de buen grado. Se cuestionaron sin restricciones y contestaron sin tapujos sobre sus sueños, sus referentes, sus recuerdos y su futuro.