Sobre un tatami muy particular, Sandra Sánchez recibe al dúo que forman ElDesmarque e Iberdrola. La mejor karateca de España, de Europa y del mundo necesita poca presentación. Su lista de títulos es inefable, pero hay uno, muy especial además, que se le escapa: la medalla en unos Juegos Olímpicos. ¿Llegará en Tokio? La toledana espera que así sea. Mientras tanto, nos vuelve a demostrar que #EllasValenOro.
Campeona del mundo en 2018, número 1 del ranking mundial (WKF), pentacampeona de Europa absoluta y hexacampeona de España. Poco le queda a Sandra por cumplir y lo tiene al alcance de su mano -o de su kata-. En Tokio 2021, el karate será por primera vez en su historia deporte olímpico y la talaverana podrá, por fin, completar su palmarés. Y no esconde la sensación que esto le produce: "Se está haciendo de rogar muchísimo. Tengo muchísima emoción por decir que voy a estar allí y lo voy a vivir. Ojalá se haga real el año que viene".
Aunque ahora parece fácil no bajarse del pódium, la trayectoria deportiva de Sandra Sánchez no ha sido precisamente un camino de rosas. Desde que se puso por primera vez el karategi a los 4 años, esta deportista nacida en Talavera de la Reina (Toledo) hace 38 años ha sufrido altibajos de los que se ha sabido recuperar.
Sandra recuerda que comenzó a practicar karate por "cabezonería e insistencia", por seguir los pasos de su hermano Paquito allá donde él fuera. Y, cuando por fin se abrieron las primeras plazas de kata en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, una a nombre de la talaverana, a su madre le diagnosticaron un cáncer y Sandra prefirió quedarse en casa y arroparla a ella y a toda su familia: "Como todos en la vida, llevamos nuestra mochilita con momentos más difíciles y ese marcó un antes y un después de cómo soy ahora", reconoce la karateca, que añade que "esa unidad familiar nos ayudó y quiero creer que ayudó también a mi madre" a superar la enfermedad.
Después de ese duro trance, su carrera vivió un ascenso imparable, aunque no siguiera los cauces habituales. Tras un periplo en Australia y Dubai, en 2015 logró convertirse en la primera karateca española que alcanzaba el primer puesto en la clasificación mundial. Esto le abrió las puertas de la selección, que tenía cerradas hasta ese momento por ser demasiado mayor. Y, desde entonces, no ha parado.
Su fuente de motivación e inspiración es inagotable. ¿Su secreto? "Me veo siempre muchos fallos, tengo la sensación de que puedo mejorar. Todavía no sé nada aunque lleve más de 30 años haciendo karate. Me queda muchísimo camino por recorrer", confiesa Sandra.
El último bache en esta senda ha sido el aplazamiento de los Juegos de Tokio. Tras tantos años de lucha, el karate por fin se convirtió en deporte olímpico. Sólo en este ciclo, de momento, ya que en París 2024 se ha vuelto a quedar fuera de la lista, algo que la karateca considera "injusto", porque "era algo que nos merecíamos desde hace muchísimos años". Habrá que esperar un poco más, eso sí, para ver el estreno de este deporte a nivel olímpico.
Un deporte, el karate, donde la mujer ha ido ganando protagonismo y la igualdad ha ido cogiendo terreno, aunque todavía quedan grandes pasos por dar: "Sobre todo a nivel administrativo hay que cambiar: más presidentas, seleccionadoras, técnicos… que nos hagan crecer".
Más allá del karate, Sandra Sánchez es una persona apasionada, sonriente y con un gran carisma, aunque sobre el tatami transmita seriedad y frialdad. Siente verdadero entusiasmo por viajar y conocer nuevas culturas y también le encanta leer, escuchar música y hacer manualidades. Confiesa que todavía le faltan "muchas chinchetas por clavar en el mapa", pero uno de los países a los que todavía no ha ido, a pesar de la cercanía con nuestra península, es Italia. Y al que siempre volvería, donde estaría dispuesta incluso a vivir, es Japón, la cuna del karate, dejando claro que sería una mudanza con fecha de caducidad: "Las raíces están aquí, España es la sangre que tenemos".
También siente debilidad por Son Goku, el protagonista de 'Dragon Ball'. Le recuerda a peleas con su hermano, reconoce Sandra entre risas. "Me recuerda a la familia, a mi hermano... y lo mantengo con la bola de dragón colgando siempre en mi mochila. Me da energía positiva", reconoce.
A Sandra la llaman Llaverito. Según cuenta ella misma, al medir poco más de 1,50 metros, cuando se pone la chaqueta del karategi -que siempre debe tapar la cadera-, se asemeja mucho a los llaveros que venden como souvenir en las competiciones de karate. Y un día sus compañeros de la selección, cuando ella salía a competir, le gritaron '¡Llaverito, llaverito!' para animarla. Ella lo acogió con cariño y, como siempre, con una gran sonrisa.
Ayudar al prójimo también forma parte de su carácter, quizá porque los valores del karate que más ha desarrollado son el respeto y la empatía. Tras ganar una competición, Sandra decidió donar el importe íntegro del premio a la planta infantil de un hospital de oncología. "Yo tengo mi casa y mi plato de comida todos los días, tengo más de lo que necesito. Cualquiera sabe que como karatecas no somos ricos, pero siento que hay que tratar de que todo el mundo esté bien", concreta la de Talavera. "Te hace feliz el sentimiento de poder aportar algo a los demás y que sean un poquito más felices. Es el propósito de la vida: dejar una huella que ayude a los demás".
Y, si sigue así, la huella de Sandra Sánchez, la mejor karateca de la historia, quedará por siempre marcada sobre el tatami del deporte en España.
Sandra Sánchez consintió encantada someterse al test de preguntas rápidas de ElDesmarque. Un deportista con el que vivir una cuarentena, su película favorita y su pasión por la cultura y la gastronomía japonesas quedan patentes en sus respuestas.