Cuando una ya se ha subido a lo más alto del podio en un campeonato mundial, parece que lo ha logrado todo. Pero la ambición, el afán por mejorar día tras día y el espíritu de superación son mayores que el conformismo, sobre todo en el caso de dos karatecas de alto nivel como Lidia Rodríguez e Isabel Fernández. Mientras la primera ha conseguido todos los títulos posibles en la categoría sub 21, la segunda lo ha hecho en para-karate. Todavía quieren más y lo dejan claro en su charla con ElDesmarque e Iberdrola. Eso y que #EllasValenOro.
Lidia nació hace 23 años en Alcalá de Henares y vive en Villalbilla. Lleva desde los cuatro años practicando karate y todo apunta a que será la heredera del trono de Sandra Sánchez, algo que no le pesa. Con 20 años ya estaba haciendo historia, siendo la primera karateca no asiática en proclamarse campeona del Mundo sub 21 en kata individual. Pero, lejos de conformarse, quiere más: "Se me acaba de poner la piel de gallina, imagínate si tengo sueños por cumplir. Yo quiero conseguir todo lo que he conseguido en sub 21 -mejor de la historia y campeona del Mundo, Europa y España-, pero en la categoría senior. Y si hay unas Olimpiadas, intentar quedar también arriba".
En la misma línea está Isabel. También entrena karate desde los cuatro años -empezó en Medina del Campo, donde nació-, y ahora, a sus 33, esta toledana, militar de profesión, ha conseguido ser campeona de España, de Europa y del Mundo en kata. Lo ha hecho en para-karate, puesto que tuvo que dejar de competir por una lesión de rodilla que a la postre la ha dejado en una silla de ruedas. Es consciente de que no es fácil, pero en sus propósitos está repetir títulos y "subir el nivel". "Sé que es muy difícil, casi imposible, lo de las Paralimpiadas, pero es el sueño de cualquier deportista", añade con ilusión.
A pesar de que las separa casi una década, Lidia e Isabel comparten muchas cosas: la pasión con la que hablan del karate, el cariño y la ilusión con los que miran al futuro y el respeto y la empatía que tienen la una para con la otra. Y es que, como ellas mismas explican, entre el karate y el para-karate apenas hay disparidad: "En discapacidad visual o intelectual no hay diferencias. La única diferencia es en silla de ruedas porque tenemos que adaptar los katas", relata Isa. "Sabes perfectamente que estamos haciendo el mismo kata las dos. En lugar de una patada, Isa hace un salto espectacular con su silla y yo salto, simplemente", explica a su vez Lidia.
Ambas adquirieron respeto y disciplina gracias a su formación sobre el tatami -aunque en el caso de Isa también lo obtuvo en su trabajo como militar-, además de aprender a adquirir responsabilidades a una corta edad, como dejar de salir con los amigos para poder llegar frescas a los entrenamientos.
También están muy de acuerdo en el secreto de los karatecas españoles para liderar este deporte a pesar de la referencia que siguen siendo los asiáticos: "Trabajo, esfuerzo y disciplina. Y tenemos un gran nivel en categorías inferiores y muy buenos entrenadores", indica Lidia sin dudar.
Por eso, estas dos expertas en kata asumen con tristeza que el karate sea deporte olímpico en Tokio 2021 pero no en París 2024... y lo que esta decisión implica para el para-karate: "Es un deporte minoritario, aunque sea triste decirlo, porque no tenemos becas excepto cuatro o cinco deportistas. Todos los demás lo hacemos por disfrute. Nos gusta tanto que seguimos haciéndolo, pero no podemos vivir de ello. Y si nos quitan las Olimpiadas, esas cinco personas del equipo nacional ni siquiera tendrían beca", señala la madrileña.
"Es duro compaginar entrenamientos de alto rendimiento con ocho horas de trabajo diarias. Llegas al final de la semana cansada", agrega la de Medina del Campo. "No hay posibilidad de que el para-karate sea deporte paralímpico si quitan el karate".
Y saben de lo que hablan: Isa compagina su horario de 8 a 15.00 horas como militar (tiene la suerte de poder realizar allí una hora de entrenamiento) con los entrenamientos vespertinos; Lidia está a un paso de ser maestra de Educación Infantil y espera poder aunar los entrenos con las clases. Y mantener el nivel de campeonas del mundo.
Ninguna tuvo demasiado tiempo libre durante los meses de confinamiento. Lidia confiesa que su entrenador, Jesús del Moral -el mismo que lleva a Sandra Sánchez-, les ha mantenido a tope: "Se hizo complicado por una parte porque entrenar en baldosa, nosotros que pisamos fuerte… nos dolía todo. Pero no me ha dado tiempo a aburrirme". Tampoco ha supuesto un gran problema adaptarse después a entrenar y competir con mascarilla: "Al final los deportistas somos capaces de superarnos en cualquiera de las situaciones".
Isa reconoce que ha vivido con energía los meses de encierro: "Ha sido cuando más en forma me he encontrado, porque tenía tiempo para entrenar y descansar de sobra". Y, aunque la primera competición sin público le resultó "rara", se sintió muy segura con las medidas y los protocolos sanitarios adoptados por la Federación de Karate, a la que ambas felicitan por la gran labor que está realizando en esta difícil etapa.
En cuanto al futuro, ambas tienen muy claro que, además de tesón, hace falta un pequeño empujón. La medinense reclama más ayudas para los deportistas con discapacidad física, porque conlleva unos costes mucho más elevados de lo habitual: "Una silla cuesta entre 5.000 y 7.000 euros y cada deporte lleva una silla específica". Por eso se une a la propuesta del CERMI (Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad) al Ministerio de Sanidad de que los productos para la práctica deportiva entren en la prestación pública: "Yo tengo ayudas del seguro médico pero no entra el material deportivo, sólo el de uso diario".
Para Lidia, su lucha es conseguir igualar, e incluso superar, a Sandra Sánchez. Que la comparen con la talaverana no es una presión: "Creo que es muy bonito. Si ella lo ha conseguido con esfuerzo y trabajo, y yo estoy siguiendo la misma línea de trabajo, porque entreno con ella... por qué no".
Como suele decirse, el límite es el cielo. Ellas lo saben e Isa quiere dejárselo claro a todos aquellos que reciban una opinión negativa como la que ella obtuvo cuando le dijeron que no podría volver a hacer deporte: "Si se quiere, se puede, de una forma u otra. No corro, no salto, no hago karate convencional, pero hago karate o baloncesto o ciclismo".
Van a luchar por perseguir su sueño, por seguir llevando el karate y el para-karate español a lo más alto de los podios internacionales. Y no van a cejar en su empeño, porque ya han demostrado que pueden volar muy alto. El tatami es su pista de despegue.
En ElDesmarque pedimos a Lidia e Isa que nos contaran alguna anécdota que, aunque en su momento fuera menos divertida, ahora les hiciera sonreír.
Una ganó un campeonato del mundo gracias a una caca y la otra olvidó su preciada medalla de campeona de Europa en la habitación de hotel.