El análisis de la pretemporada de un equipo es uno de los misterios más complicados del fútbol. Hay equipos que lo ganan todo (siempre se me viene a la mente el Sevilla de Camacho) que después se estrellan, y equipos que arrancan a duras penas que después asombran. Hay tantos condicionantes en este periodo veraniego que hacer análisis de largo recorrido es casi temerario y poner en riesgo la razón.
Los resultados durante la pretemporada, y lo digo por el Betis, deben ser orientativos, pero nada más. Hacer juicios, o incluso fichajes, en virtud de ellos es equivocado. Sí debe alertar, por ejemplo al equipo verdiblanco, de algunos síntomas, como el cambio de nivel que supondrá el cambio de división. Y cuanto antes se dé cuenta el equipo, el club y el beticismo de ese salto, mejor para todos. De hecho, Mel, conocedor de esto como el que más, ha puesto obstáculos duros en el camino precisamente para eso, para alertar y advertir.
Luego los bolos veraniegos y las pretemporadas deben servir también para ir metiendo a los nuevos jugadores en la dinámica del equipo, y para ir conociéndolos. No como futbolistas, porque algunos, como a Trochowski en Sevilla, por ejemplo, vienen con una gran trayectoria a sus espaldas. Sino como jugadores en este caso del Sevilla. Y ahí a los buenos futbolistas se les cala pronto. Pasó con Poulsen, pasó con Keita, y pasa con el alemán, por ejemplo. También pasó con Medel o con Rakitic. Otros, eso sí, necesitan tiempo, pero eso ya no es cosa de las pretemporadas.
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