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Ofensa al catalán

Álvaro Ramírez


"El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre destruido (...) es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad".
Permítanme continuar en otro párrafo este artículo. Quería, quiero, dejar esas palabras en el primero de forma solitaria, aislada, rotunda, para que las lean, relean, se indignen (aunque no sea andaluz, pero sobre todo si lo es) y también para que intenten digerirlas. Esas palabras, que siempre tengo en mente cuando surgen este tipo de disputas que ustedes, diligentes lectores, ya empiezan a intuir, fueron pronunciadas hace más de 30 años por Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat de Catalunya, en su libro La inmigració, problema i esperança de Catalunya. De esa fuente putrefacta, ignorante y acomplejada siguen bebiendo hoy día, a las pruebas me remito, los señores Artur Mas (se mofó del acento de los sevillanos y andaluces) y Duran i Lleida (dijo que los andaluces recibían el PER para irse al bar), ambos integrantes del mismo partido que Pujol, CIU. Lo triste de todo es que pasados 35 años de esas palabras algunos políticos catalanes siguen utilizando el recurso fácil e ignominioso de intentar humillar al de enfrente para enaltecerse a uno mismo. Pobreza de espíritu y de sentimiento el que necesita de otro para medirse, sin duda. Pobreza de inteligencia y respeto de los que atacan porque no tienen nada para defenderse.
Quizás todo esto no tenga nada que ver con el fútbol, quizás. Pero querer separar el fútbol de la sociedad y de la política es a día de hoy una tarea tan demagógica como utópica. La rivalidad Madrid-Barcelona es tan política como deportiva y se explota hasta la saciedad, el fútbol incluso es utilizado como arteria política cuando interesa, sobre todo con la selección española. Los clubes de fútbol están inmersos en una sociedad que vive y se nutre de la pertenencia a un grupo determinado, y no a otro, y eso viene determinado en muchos casos por las circunstacias políticas. El fútbol no es política, pero tiene parte, bastante, de ella.
Bien. Resulta que el Sevilla acudirá el sábado al Camp Nou, un campo politizado como pocos, por cierto, con un lema en la camiseta, Orgullosos de Andalucía. Un lema que evidentemente responde a las últimas afrentas irrespestuosas de los dos referidos políticos catalanes. Un lema que es elegante por parte sevillista, pero para nada inocente, ni tiene que serlo. Porque las afrentas, las acusaciones de los referidos parlanchines catalanes, no son para nada inocentes. Son parte de esa fuente putrefacta que aún escupe sandeces de vez en cuando en boca de algún ignorante. Por eso, por esa maldad intrínseca, es necesaria una respuesta contundente, es necesaria una respuesta que vaya más allá de la cordialidad y de las disculpas. Es necesaria una respuesta que sonroje al ignorante acusador y que le haga pensar si merecerá la pena una nueva ofensa. Pero ante todo es necesaria una respuesta, y si es a través del fútbol, pues más repercusión tendrá.
La camiseta y el lema del Sevilla serán tomados como afrentas por el catalán ignorante, cuyos exponentes a pares se encuentran en el Parlament y en el Parlamento. Serán tomados como afrentas sin serlo, porque estar Orgulloso de Andalucía no es más que una reivindicación, no es ni una referencia al catalanismo, respetable como cualquier otro sentimiento. Pero es que el catalán ignorante (afortunadamente los menos, pese a que sean ruidosos), el que sigue viendo al andaluz como un hombre "destruido", necesita mentiras para reafirmarse en su débil sentimiento, necesita fantasmas a los que atacar sin afrenta previa. Solo se entiende y se concibe en función de otros.
Por eso por una vez el andaluz debe responder, con elegancia, sí, pero de forma rotunda. Dejando claro que no pasa por alto afrentas como las sufridas. Respondiendo pero sin atacar, sin utilizar el recurso fácil de la ofensa generalizada. No hace falta atacar de forma igualmente ignorante al sentimiento catalán, respetable como el que más. No, no hace falta. Solo hace falta responder. Hace falta dejar constancia de que el mensaje de ida se encontrará siempre con uno de vuelta. Y hace falta decir que ya está bien, que ya es hora de dejar de reafirmarse criticando a otros. Hace falta decir a quien lo crea que aquel hombre "destruido, miserable, desarraigado" tiene más clase que el que lo quiere humillar.
Por todo ello enhorabuena al Sevilla FC. Por dar una respuesta elegante, no ofensiva, pero sobre todo por dar una respuesta. Y al que le ofenda... que siga bebiendo de la misma fuente, la de la ignorancia.
 
"¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla; la tuya, guárdatela".
Antonio Machado.
 
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