Siempre estará esa hinchada…
Por Juanma Garrido Anes
Estadio Deportivo
Como en cualquier aspecto de la vida, con el paso del tiempo la mayoría de los aficionados suelen expresar de manera muy diferente su relación de amor-desamor hacia el equipo de su alma. De la pasividad contemplativa a la indignación, pasando por la alteración o la entrega entusiasmada, muchos varían del grito y el bote ante cualquier circunstancia a no levantarse jamás del asiento, paquetes de pipas mediante.
Otros nunca han cambiado la forma que tienen de ver el fútbol, algo que también es de agradecer. Son aquellos que, domingo tras domingo –expresión que ha perdido totalmente su sentido gracias a Roures y a su concepción del fútbol moderno- se colocan detrás de una portería para tratar de contagiar a la, normalmente, fría grada albiazul. Unas veces con más voluntarios y otras con menos, lo cierto es que sólo ellos se quedan afónicos por su Recre cuando éste juega en casa. Esa entrega hacia sus colores siempre ha llevado de fondo una petición a los diferentes rectores que han pasado por el club: la puesta en marcha de una grada de animación para potenciar los cánticos y, por consiguiente, el ambiente en la grada. Sin embargo, ese proyecto nunca cuajó aunque a veces estuvo a un paso de conseguirse. Y no entiendo los motivos. Cuando en casi todos los estadios de España existe ese tipo de grada es porque se puede hacer sí o sí, y si aquí no existe aún es porque no ha habido la voluntad necesaria para ello. Que hay que hacer obras, poner seguridad, que hay que reubicar a otros abonados… De acuerdo, pero todo eso debería estar más que solucionado.
A muchos se les cae la baba viendo cómo animan los seguidores de tal o cual equipo cercano pero, entre otras muchas cosas, obvian siempre que el epicentro de esos cánticos es la grada de animación de turno. Lo ideal hubiera sido que aquí se formara esa grada en la época de vacas gordas, con el Decano entre los grandes. Así hubiera sido más fácil fidelizar a un sector tan animoso con una concepción del apoyo tan peculiar. Ahora, con el estadio casi vacío todo es más complicado, y el contagiar con cánticos a los pocos que resisten en la grada, por supuesto que también. Si ese sector de la afición que pide ese foco de animación mantiene tanto dentro como fuera del campo un comportamiento exquisito, si sus cánticos se alejan del fanatismo, si no portan emblemas fuera de lugar y si respetan al máximo los códigos éticos, deportivos y sociales, los nuevos rectores deberían analizar su petición muy seriamente.
Muchos de ellos son algunos de los seguidores que acumulan más sueño, dinero gastado, peligros sorteados y horas y horas en la carretera, lluvia, viento y frío sólo por ver al Decano por todos los campos de España, milite en la categoría que milite. Han desfilado desde Los Boliches hasta el Bernabéu con la misma pasión. Por eso hay que cuidarlos tanto. Por no cuidar a otros, muchos se marcharon, porque se les despreció, porque se les infravaloró. Y no me refiero a los que se sólo se apuntan en Primera para poder ver al Madrid o al Barcelona, algo que, por cierto, es muy lícito, sino a los que después de años y años aguantando estoicamente dijeron ‘hasta aquí hemos llegado’. Menos mal que, como reza uno de los cánticos de los más animosos, “Siempre estará esta hinchada, que en las buenas o en las malas, no te deja de animar…”