Ocho derrotas y un empate, nueve partidos sin ganar es una racha que acaba en el fútbol con cualquier entrenador, por muy buena trayectoria que tenga o por muchos apoyos que se granjee. Y esa es la racha del Betis con Pepe Mel. Difícilmente el Betis de Mel, el que quiere, el que ha soñado, el que los muchos vislumbraban, sea ya imposible. Y no solo porque posiblemente vaya a ser destituido si no gana a Osasuna (sin descartar alguna sorpresa antes), sino porque el técnico ya sabe que la confianza que tenían depositada en él los consejeros, el presidente Guillén, ha desaparecido. Lo único que mantiene al técnico en el banquillo tras la derrota ante la Real Sociedad es un contrato repleto de letra pequeña, singularidades, conveniencias, números y cantidades, unos números y cantidades cuyo finiquito el Betis no puede soportar.
El club de Heliópolis está en una dura encrucijada. En el plano deportivo la situación es insostenible, la racha es horrible y el descenso cada vez está más cerca. Además, el calendario que asoma hasta el final de la primera vuelta da miedo. Y el equipo se le ha caído a Mel.
Pero en el plano económico el club también está atado de pies y manos. Destituir al técnico supone un desembolso económico importante y asfixiante para una entidad en la situación del Betis, porque evidentemente Mel no va a dimitir ("no me rindo", dice) y su cese supondría su finiquito. También hay que contar con la ficha del nuevo entrenador y con que las arcas béticas no dan para más. Sin hablar de posibles fichajes invernales.
De ahí que a día de hoy el futuro deportivo deportivo del club esté determinado por el presente económico, y viceversa, el futuro económico del club esté determinado por el plano deportivo, presente y futuro. Y entre todo este conglomerado de influencias, una dirección deportiva igual de responsable que el entrenador de la mala situación a la que tampoco se puede tocar, porque sería como el caso de Mel pero multiplicado por... Porque si Stosic y compañía son igual de culpables, ¿son intocables? No, son caros.
La decisión sencilla, fácil, adecuada y puede que acertada sea echar a Pepe Mel. Pero las cuentas, las entrañas del club, sus números y su economía quizás obliguen a otra postura. La cuestión será apostar por una solución. El Betis tendrá que decidir si quiere ponderar la vía futbolística para garantizar el futuro del club (la permanencia) o si quiere dogmatizar la vía económica como único camino. Es el momento de decidirlo.
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