Un Sevilla de grandes mínimos
Faltan ocho partidos para que termine la Liga y la temporada para el Sevilla, pero con la reacción del equipo de Míchel parece quedar claro que, una campaña más, el conjunto nervionense acabará peleando por cotas europeas.
La temporada para el equipo nervionense ni ha sido, ni está siendo, ni va a ser fácil en esta recta final, pero de una forma u otra, tras tambalearse durante varias semanas, tras incluso sentir pequeñas sensaciones de temor tras algunas rachas negativas, el Sevilla se ha vuelto a recomponer.
El Sevilla de los máximos, el de los títulos, el del cumplimiento de los objetivos mayores, es verdad que cada vez aparece menos. Cada vez es más complicado mantener el más alto nivel y, seguramente, se podría haber logrado con algunos aciertos (deportivos, de planificación) en momentos puntuales. Esa difícil consolidación en la elite de las elites, sobre todo económica, no llegó a consumarse.
Pero los márgenes del Sevilla no solo tiran por lo alto, también tienen bajos. Y quizás sea un punto de referencia incluso mayor que el conjunto blanquirrojo haya situado sus mínimos en, al menos, pelear año tras año por Europa. No es cuestión de confundir ni ser condescendiente. El Sevilla, si no entra en la Liga de Campeones, habrá fracasado en su temporada, porque además en Europa la pifió y en la Copa estuvo mediocre, porque su proyecto con Marcelino se fue al garete. Pero eso no puede esconder que el foso del equipo se haya convertido en el techo de otros tiempos. Eso quiere decir que los fallos, que los hay, nunca son dramáticos ni verdaderamente trascendentales, en el estricto sentido de la palabra.
Eso quiere decir que los mínimos del Sevilla, parece que otra temporada más, dan como para al menos pelear (veremos si conseguir) por Europa. Son mínimos loables y a partir de los cuales se pueden abordar esos retos de máxima altura, de los que se quedó a un paso el club cuando más cerca parecía estar.
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