Una de las primeras imágenes que un periodista guarda en su retina desde hace varios años en esta ciudad es la de un señor con un gorra y unas gafas oscuras en la ciudad deportiva del Betis o del Sevilla.
Llega uno pipiolo a los dominios del periodismo deportivo, a menudo con aires de grandeza, con autoconfianza exagerada, y lo primero que recibe entre calor o frío, mañana o tarde, día corriente o de fiesta, es la más pura lección de humildad que pueda alcanzar a comprender: la un señor de edad avanzada, que fácilmente podría estar en labores de 'intendencia' o acomodado, 'fajándose' y aguantando las ingratitudes del periodismo diario.
Siempre en primera línea, en la primera fila, el señor de la gorra y de gafas oscuras sigue dando ejemplo y dispara. Con la naturalidad del profesional, con la lógica del que va de cara, con el aplomo de los años, dispara. Conoce su trabajo y arranca la sonrisa y la frase del protagonista, aturdido y empequeñecido al ver a ese señor que desborda dignidad desde su primera fila.
Es imposible olvidar los momentos brindados por el señor de la gorra y de las gafas oscuras, don Mariano Martín Benito, a tantas y tantas generaciones de periodistas de esta ciudad. Colchonero de bien, sevillano de adopción, aguantaba lo que tenía que aguantar y no tenía un pase con las bravuconadas ("otra pena...") tan habituales en el mundo del fútbol.
Cincuenta años de profesión en nuestra ciudad le dieron la sensibilidad necesaria para comprender los entresijos de Sevilla y de sus cubles, para alabarlos sin caer en el halago fácil y para enfilarlos cuando el trabajo no era el adecuado.
Ahora fallecido, sus gorras y sus gafas oscuras no se verán más por ninguna ciudad deportiva de nuestra ciudad, pero es reconfortante reconocer en cada uno de nosotros, en cada uno de los que amamos y trabajamos en esta profesión, una parte de Mariano. La que dejó fijada en nuestra memoria cualquier mañana de cualquier época del año, la que dejó grabada el primer día compartido con él.
Don Mariano Martín Benito, con su gorra y sus gafas, permanecerá por siempre. Vive en el trabajo diario, en el cariño de sus compañeros y vive en la dignidad de nuestra profesión. Ese fue su magno ejemplo.
Descanse en paz.
Sígueme en twitter: @alvarillus
aramirez@eldesmarque.com