Terminó el mercado de fichajes, por fin cabría decir, y el Betis y el Sevilla han conformado sus plantillas para competir al menos dignamente durante la temporada, o hasta enero, que habrá más posibilidades de reforzarse.
En ambos casos ha quedado en el aire la pregunta de si cada equipo se ha reforzado como debía o como podía. Más bien la conclusión apunta a lo segundo.
El Betis ha cambiado algo su fisonomía de plantilla. Ahora tiene más futbolistas de banda, para jugar por fuera, y ha ganado en poderío aéreo en defensa. Contar con Paulao desde el inicio de la campaña es una ventaja, sin duda. Y realmente la medular, pese a la marcha de Iriney, parece algo más fortalecida y versátil con la presencia de Rubén Pérez y la incógnita de Igiebor. En cualquier caso, lo que parece perder el Betis es cierta constancia en el juego. Sus futbolistas de banda son por ahora inconstantes y poco defensivos, tampoco cuenta con la ayuda de Santa Cruz o un jugador de similar característica, la de aguantar la pelota. Por eso va a ser, va a volver a ser tan importante la presencia de Beñat, porque el Betis se ha convertido en un equipo más fulminante, más vertical aún, hasta directo y veloz, pero menos constante con la pelota, y en los dos primeros partidos de Liga se ha notado. Debe aportar Igiebor ese control (si el nigeriano responde) y si no lo acabará aportando Mel dotando de más efectivos a la medular y variando el sistema, volviendo al 4-3-3.
El Betis evidentemente no trajo a un delantero, aunque se marchó Santa Cruz, y asegura Stosic que no era necesario. Es una forma de verlo, pero realmente el Betis debió plantearse mejorar esa parcela. Sobre todo porque Rubén Castro puede hacer cada temporada más de 15 goles, o no, y porque lo normal es que el Betis busque más fiabilidad y menos dependencia en el gol de un solo jugador. Y pasada una temporada, esa dependencia no solo no ha dismunuido, sino que ha aumentado notablemente. Castro, sobre todo, Molina y Pereira tendrán que asumirla, por mucho que Stosic quiera presentar ahora a Pozuelo como un delantero centro goleador.
En cuanto al Sevilla, parece a priori que el equipo he mejorado en futbolistas. Cicinho ofrece prestaciones en la banda derecha que la pasada campaña no existían, aunque el centro de la defensa sigue más o menos igual. Gana a Botía, pero pierde a Escudé, que apurando fue el mejor central de la plantilla la pasada campaña.
En la medular gana dos elementos de perfil más completo con Maduro y Kondogbia (éste último por ver pero con grandes esperanzas levantadas), y por eso aparenta el conjunto nervionense ser más aguerrido, tener más perfiles, ser más versátil.
Sí, la planificación, a priori, hace mejor a este Sevilla, pero quizás no lo haya hecho todo lo bueno que debiera. Fazio y Spahic comenzaron la Liga como pareja titular, una pareja que la pasada Liga levantó primero muchas dudas y acabó confirmándolas para decepción nervionense. Llega Botía, pero se echa en falta un perfil más contundente, precisamente el perfil que buscaba Monchi a comienzos del verano. Porque además, queda claro cuál es el lugar que ocupa Bernardo para Míchel, o Cala. Por ahí podría haber dado el Sevilla un salto importante hacia adelante, en vez de confiar en la palabra y el cambio de actitud prometido de Spahic. Evidentemente el bosnio puede mejorar, pero la cuestión es que su mejora no viene por una confianza plena del club, que lo quería traspasar y darle salida hace dos meses.
Luego está la cuestión del delantero. Evidentemente la situación económica obliga, pero la parcela ofensiva del Sevilla se ha dejado más en manos de la posibilidad que de la realidad. Es una realidad que Negredo es un delantero que marca cada temporada un buen número de goles, más de 15 suele. Y es una realidad que Jesús Navas es el mejor jugador de la plantilla. Bien. Estos son realidades.
Pero que Reyes mejore, cambie de actitud y, después de nueve meses, empiece a rendir es una posibilidad en la que creen cada vez menos. Que Babá se convierta en un auténtico delantero de garantías sigue siendo a día de hoy una posibilidad, porque no lo ha confirmado de veras. En estas dos posibilidades ha confiado el Sevilla para no traer a ningún refuerzo arriba, realmente. En esa parcela el Sevilla no ha mejorado porque no se ha reforzado con un delantero de garantías, porque ha confiado en la 'posible' explosión de Babá, o en el 'posible' 'regreso' de Reyes.
Cuando se confía en posibilidades más que en realidades, se arriesga, y el Sevilla, en algunas parcelas de la planificación, ha arriesgado. En la defensa y, sobre todo, en el ataque.
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