Los derbis analgésicos
Los derbis no son panacea para los equipos sevillanos. Son importantes, emocionantes, impactantes, dan la felicidad, pero no dan la vida. Ver el derbi sevillano como el sumum de las aspiraciones de nuestros equipos es, en realidad, bastante triste.
Y es, mal que nos pese, la realidad de los equipos de nuestra ciudad, deportivamente hablando, en estos momentos.
El Sevilla busca en el derbi una tabla de salvación que le salve de un nuevo hudimiento. Resulta que tras un amago de resurgimiento, uno más, el conjunto de Míchel se viene abajo, como se vino abajo el de Marcelino, como se vino abajo el de Álvarez, el de Manzano en su momento... Como se han venido abajo todos. Al final, y salvo que el tiempo demuestre lo contrario, a Míchel también le puede este vestuario.
En estas surge un derbi en el horizonte que en estos momentos es la aspiración máxima de los de Míchel. Décimo, en la mitad de la tabla, esforzándose por desfrudar de nuevo a sus aficionados, el partido ante el Betis es un doble o nada de confianza. Una victoria podría darle una segunda oportunidad al madrileño de enganchar a los suyos de verdad, dudosa meta, una derrota posiblemente acabe por corroer de nuevo las entrañas de un nuevo proyecto. Y a más fracasos, más responsables.
El Betis anda mejor, claro. Está cuarto, ni más ni menos. Pero viene el Betis de una travesía del desierto deportiva de la que ahora vislumbra la salida tras varios años. Ya la temporada pasada fue un oasis y en esta parece que encuentran agua a raudales. Pero aún está en en el tránsito, aún está en ese punto de progresión pero sin consumación. Ahora llega el Sevilla, a la vuelta de la esquina esperan los grandes...
Los derbis deben ser trampolín de cotas más altas, refuerzos de moral, autonconfirmación y alegría para los aficionados, pero la bajada del listón de los equipos sevillanos propician que estos partidos se conviertan en analgésicos de la exigencia. Y eso, para un derbi, siempre será bastante triste.
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