El exentrenador del Sevilla, Míchel, demostró durante su estancia en la ciudad hispalense que es un mal entrenador. Mucho peor de lo que se preveía. Ahora, lejos ya de Nervión y de la capital hispalense, demuestra que además de mal entrenador es un mentiroso.
Porque Míchel, ese entrenador que rehuía casi siempre entrevistas a medios locales porque no le doraban la píldora como los nacionales, o mentía antes, cuando era entrenador del Sevilla y todo y todos eran maravillosos, o miente ahora, cuando ya fuera del conjunto hispalense lanza todo tipo de mensajes encaminados a intentar lavar una imagen penosa como profesional de los banquillos que amenaza con manchar su reputación, más allá del amiguismo capitalino que algún día le llevará a la banda del Santiago Bernabéu, en el banco.
Sus últimas declaraciones son, en su medida, realmente escandalosas; escandalosas por cínicas.
Se atreve a dejar caer Míchel que su equipo no mantuvo la regularidad porque le faltaba "plantilla". Pero sin embargo, durante su estancia en el Sevilla no paraba de repetir que el plantel era suficiente para aspirar a Europa.
"Los fichajes han añadido competitividad, y además mucho de los jugadores que estaban dentro son distintos ahora. Estoy absolutamente conforme con la plantilla. Los recursos que tenemos son más que suficientes para que el equipo esté donde ha estado este club en los últimos años", decía al inicio de la temporada, en agosto.
Dice Míchel que en la capital hispalense nadie valora que el club blanquirrojo tuviera que bajarse un 40% el presupuesto. Claro que se le olvida mencionar que el Sevilla, tras los grandes, es el equipo que más dinero se gastó este verano en fichajes, alcanzando casi los 13 millones.
Dice Míchel que se le dice en Grecia que llegó al Olympiacos con la Liga prácticamente ganada, y argumenta que esa misma teoría se puede extrapolar al Sevilla, es decir, que deja entrever que los triunfos con Emery son mérito suyo, cuando el vasco ha sumado en 10 partidos 16 puntos, tan solo seis menos que 'su' Sevilla en 19.
Dice Míchel que la prensa de Sevilla es negativa porque siempre critica. Quizás esperara el madridista, siendo el peor entrenador nervionense del siglo XXI junto con Marcelino, recibir alabanzas.
Dice Míchel que el equipo no mordía como para mantenerse arriba. Lo extraño entonces es que él mismo, hace menos de un año, garantizara que con su continuidad "esta plantilla a partir del 1 de julio, optaría y podría estar arriba".
Dice Míchel que el Diego López del Real Madrid "es el Diego López que esperaba, pero en Sevilla pasaron cosas al principio que se lo impidieron y él lo sabe...". Lo que no deja claro Míchel es qué cosas pasaron. O a lo mejor es que esas cosas tienen que ver con sus decisiones. Porque aquella afirmación sobre "el portero que juegue seguirá jugando hasta nueva orden" le duró poco. López fue expulsado en Granada, Palop jugó ante el Rayo y luego Míchel borró al ahora madridista del mapa.
Dice Míchel también que jugadores como Reyes, Kondogbia o (Dios mío) Navas son mejores ahora que cuando él llegó al Sevilla. Quizás habría que recordarle al actual entrenador del Olympiacos que el Reyes que él ha hecho mejor ganó títulos en Inglaterra y España y que con él ha sido un jugador mediocre. Cabría recordarle a Míchel que cuando mejor ha rendido Kondogbia ha sido con Emery y que Navas, antes de que él llegara, ya había ganado una Copa del Mundo, varias de la UEFA y del Rey. Pero él los hizo mejores...
Dice Míchel que estaba al lado de los futbolistas, que estaba junto a ellos, pero sin embargo estos no sentían lo mismo. Cuando tuvo que elegir, el preparador tuvo claro su lado.
Dice Míchel, dijo, que era un defensor de la cantera. "¿No queremos cantera? A ver si hay un jugador como Álex Rubio en el mercado", llegó a proclamar. Disputó el delantero 28 minutos con un Míchel que, cierto, hizo debutar a Alberto Moreno en Primera, en abril de 2012, en San Mamés. Claro que con el extécnico sevillista disputó dos partidos. Con Emery ya lleva ocho.
Dice Míchel tantas cosas, y últimamente tamaña sarta de tonterías, que con este escueto compendio de sus declaraciones consideramos que quedan bastante expuestos sus argumentos. Si declaraciones absurdas siguieran saliendo de su boca, siempre habrá más ejemplos, de sobra, para retratar sus argumentos bobalicones, los que parece empeñado en defender para limpiar la imagen que dejó en Sevilla, la de nefasto y pésimo entrenador.
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