El Sevilla ha abierto la veda de la crítica arbitral. Y lo cierto es que tiene razones para quejarse. Se siente perjudicado por las decisiones de los dos últimos encuentros, encuentros vitales para un intento de remontada que se ha visto cercenado, ¿pero solo por los árbitros?
La mano de Mario en el gol del Atlético indigna, más aún cuando el colegiado González González estaba a pocos metros de la acción, en disposición de ver claramente la jugada. La actitud de Diego Costa y la permisividad del trencilla indigna tanto o más. Y el caso es que el Sevilla se cansa de errores arbitrales en contra y de que la rigurosidad vaya siempre en su contra, como en la expulsión de Medel o el penalti del derbi.
Más que una mano negra, nebulosa y difuminada, tanto como su existencia, el Sevilla está siendo objeto de una pérdida de respeto arbitral que hace unos años no era tal. El equipo nervionense imponía más, quizás por la fuerza de su estadio, por el momento del equipo o por mayor peso mediático. El caso es que cuando las decisiones conllevaban dudas los colegiados se lo pensaban una y dos veces a la hora de pitar contra el Sevilla. Ahora es al contrario. La mano evidente ya no es mano, los piques de Medel son todos agresiones y cuando hay de por medio un grande o un estadio que apriete resulta barato damnificar al Sevilla. Y sí, puede ser que en momentos determinados esa falta de peso, por los diferentes motivos ya reseñados, provoquen perjuicio al equipo nervionense.
Pero paralela o transversalmente a estos errores arbitrales, que aceptamos que algunos ha habido, no hay que perder de vista algunos otros que a veces se suelen tapar bajo equivocaciones ajenas.
En el gol de Falcao ante el Atlético de Madrid hay un clamoroso error arbitral. Y después hay otro error de Maduro, que deja al colombiano libre como Pedro por su casa en el área. La cuestión no es solo que Maduro no cubra ni tape a uno de los mejores delanteros del mundo, sino por qué Maduro está ahí, de libre, en un partido vital para las aspiraciones del Sevilla. Por qué en ese partido trascendental, con Fazio sancionado y Botía al borde de la expulsión, Emery tuvo que recurrir al holandés porque en el plantel no tenía más centrales. Igual que ante la baja de Medel el técnico tiene que cambiar de posición a Rakitic porque no tiene otro centrocampista de garantías, o igual que ante la baja de Navas (ante el Athletic) tuvo que colocar a Manu porque Stevanovic (ante el Atlético de nuevo fuera de la convocatoria) ni contaba. Y así varias, como la falta de alternativa real para Negredo o para Reyes, puesto para en el que Perroti está siendo introducido aún sin ritmo real de competición.
En esa falta de recursos del equipo, en esa falta de alternativas para el once sevillista, en esa falta de recambios reales se le han ido al Sevilla, claramente, más puntos que por los errores arbitrales.
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