El malagueño, considerado como uno de los golfistas más carismáticos de ambos lados del charco –la prensa especializada estadounidense le describe como "el jugador más interesante"-, ha entrado a formar parte de un selecto grupo que componen Sam Torrance (706 torneos), Barry Lane (682), Roger Chapman (619), Eamonn Darcy (610) y Malcolm McKenzie (605).
Jiménez se convierte en el primer jugador continental en llegar a la difícilmente alcanzable meta de los 600, y el martes pasado, durante la cena anual en la que se rindió homenaje a los ganadores del 2012, al “Pisha” le fue reconocida su gesta con la entrega de una antigua licorera, custodia de un whisky de 600 años, de manos de George O’Grady, consejero delegado del Tour Europeo, y Thomas Björn, presidente del Comité de Jugadores.
Miguel Ángel Jiménez relata en primera persona cómo comenzó todo: "Estoy enormemente agradecido por todo lo que me ha dado el golf, el deporte que se ha convertido en mi pasión y en mi vida. Llevo 25 años extraordinarios compitiendo y dando vueltas por el mundo. Cuando me paro a pensar, no me lo puedo creer. Han sido muchas experiencias increíbles e inolvidables y he disfrutado de cada minuto. Todo empezó en el Open de España del 79, que se jugó en Torrequebrada (Benalmádena, Málaga), donde yo hacía de caddie y de bolero para ganarme unas perrillas: allí estaban los mejores, con Severiano a la cabeza, y yo decidí que quería ser como ellos. He tenido el privilegio de compartir mi carrera con cuatro generaciones de golfistas: primero empecé con Seve, Lyle, Woosnam, Langer… y también tuve la suerte de jugar con Jack Nicklaus; luego llegaron Olazábal y Montgomerie, y más tarde Clarke y Westwood; me medí junto a Tiger Woods y ahora compito con McIlroy y Manassero, ¡que podrían ser mis hijos!”.
Jiménez nació en Churriana (Málaga) el 5 de enero de 1964 y se hizo profesional en 1982. Su primera participación en el Circuito Europeo tuvo lugar en el Open de España de 1983 en Las Brisas (Marbella, Málaga); desde entonces, ha sumado 19 títulos individuales en el Circuito Europeo, además de incontables títulos nacionales, y ha formado parte del equipo europeo de la Ryder Cup en cuatro ediciones, siendo decisivo en las victorias que los nuestros lograron en 2004 y 2010.
En 1997 –“una de las semanas más extraordinarias de mi vida”- fue vicecapitán a las órdenes de su gran amigo Seve Ballesteros en la Ryder Cup de 1997, celebrada en Valderrama, y repitió puesto en la pasada edición disputada en Medinah, en Chicago: “Fue impresionante, jamás lo olvidaré. Fuimos con el mejor equipo europeo de la historia y con un magnífico Capitán, mi gran amigo el “Vascorro”, que se merecía que ganásemos”.
Jiménez accedió al Circuito Europeo como miembro de pleno derecho tras su cuarto intento a través de la “Escuela Clasificatoria” (1985, 86, 87, 88) y lleva compitiendo 25 años consecutivos durante los que ha hecho disfrutar a los aficionados de momentos inolvidables, como cuando ganó el BMW PGA Championship en 2008, precisamente en Wentworth, imponiéndose a Oliver Wilson en play off. Sus más fieles seguidores, malagueños y churrianeros, nunca olvidarán la victoria en el Turespaña Masters Open de Andalucía en el Parador Málaga Golf en el 99; o aquel valiente birdie en el hoyo 18 de Montecastillo (Jerez de la Frontera, Cádiz) para ganar el Volvo Masters 99 (“sé que me la jugué, pero, a la bandera… siempre por su sitio natural”).
Consiguió su primera victoria en el Circuito Europeo en el Piaget Open de Bélgica en 1992 y, curiosamente, ha logrado 12 de sus 19 títulos cumplidos los 40 (enero del 2004), convirtiéndose en el jugador de más edad en triunfar en el Tour: UBS Open de Hong Kong en 2012 a los 48 años y 318 días.
Pero estas cifras tan sólo reflejan parte de la historia del incombustible Jiménez; y la palabra “leyenda”, de la que tanto se abusa, es la que el Tour Europeo considera más apropiada para describir al malagueño, a quien consideran “uno de nuestros mejores embajadores”, como rezaba el texto de la licorera que le entregaron el martes. De sobra son conocidos sus gustos por los puros, el buen vino y los coches, siendo reconocido como uno de los jugadores más carismáticos de la era moderna, con una asombrosa cualidad para “meterse” en el bolsillo y arrancar una sonrisa de quienes se cruzan en su camino en cualquier parte del planeta, ya sean compañeros de profesión, espectadores, patrocinadores, organizadores o periodistas que le ven como una persona cuya pasión por vivir y disfrutar es tan intensa como contagiosa.
Lo mejor que podría sucederle al Circuito Europeo, y al golf en general, es que Miguel Ángel continuase en activo, siendo esta su intención: “Seguiré mientras el cuerpo aguante y las lesiones me respeten, y siempre que sienta que puedo ganar y pegarles una patada en el trasero a los más jóvenes. El año que viene seré cincuentón pero creo que todavía puedo seguir dando guerra y, sobre todo, pienso seguir disfrutando a tope de la vida y de todo lo que el golf me ofrece”.