La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Yo sólo era un crío, pero fue de esas cosas que a uno se le queda grabada y con una duda adosada: “¿Pero hay gente con tanta mala uva por ahí arriba?” Pues sí. Todo ocurrió en el Palau Sant Jordi (Palacio San Jorge para el resto de los mortales de la piel de toro) en 1991. Jugaban el Barcelona de baloncesto y el antiguo Caja San Fernando sevillano y el club andaluz, con toda su buena intención, quiso mostrar acercamiento a la ciudad condal llevando a unas chicas que iban a bailar sevillanas en el descanso del encuentro. Toda la cancha respondió a ese gesto silbando, pataleando y abucheando a las jovencitas, muchas de las cuales rompieron a llorar desconsoladas, en una actuación que se vieron obligadas a suspender. El delito de las pobres era interpretar un baile andaluz, un baile típico español en Barcelona. Como ven, todo un crimen. El odio de que mostró esa gente ‘tan valiente’ hacia unas niñas les define a la perfección.
Hoy aún hay quien se sorprende de que una grandísima mayoría de ‘supermegaindependientes’ de allí la líe en cada evento deportivo y en todo lo que huela a España. La última vez, silbando el himno en la inauguración del mundial de natación; la penúltima, en cada final de Copa del Rey de fútbol o en cada partido de ese club blaugrana, supuesto modelo intachable de caballerosidad, respeto y pulcritud (manda narices, si se pelean hasta entre ellos) en el que casi todo el estadio grita a cada momento “independencia”, igual hasta creyéndose William Wallace en ‘Braveheart’ los lumbreras. Que sí, que vale, que no queréis nada del ‘estado español’, de acuerdo, pero pitad y rechazad también nuestro dinero para construir vuestros estadios, vuestras infraestructuras o para pagaros a vuestros politicuchos y vuestras deudas, tan vergonzosas como las de aquí. Y de paso, os podíais haberos negado a las ayuditas de Franco para recalificar ‘Les Corts’ y acabar con la deuda culé de entonces. Silbad, silbad, benditos, que vuestra inquina es nuestro orgullo.