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Los males del Betis

El Betis está en una situación, complicada y controvertida, el Betis está en descenso y transmitiendo sensaciones realmente preocupantes y descorazonadoras. Son muchas las circunstancias, son muchos los errores, pero en lo que debe centrarse el equipo verdiblanco, con Pepe Mel a la cabeza, es en intentar de momento estabilizar la nave y luego empezar a navegar, aunque sea poco a poco.

Son muchos los males de este Betis. La imagen mostrada en el Vicente Calderón es un cuadro que plasma la realidad verdiblanca en su máxima expresión. Quizá, como los 'ismos' de principios del siglo XX, eleven y exageren esa actualidad verdiblanca a cotas que en el día a día no se alcanzan. Pero aunque sea una visión hiperrealista de este Betis es un fresco de lo que se puede llegar a convertir en sus peores días.
Esa horrenda imagen del Betis puede volver a aparecer cada vez que cuente con las ausencias de sus hombres importantes, llámense Rubén Castro, Amaya y Verdú... Y desgraciadamente eso es habitual en el fútbol. Primero porque el canario no volverá hasta dentro de varias semanas (y a ver cómo vuelve), segundo porque Amaya es un central y se puede resfriar, ver tarjetas, ser expulsado... Y tercero porque el mediapunta catalán, llamado a ser una de las referencias del equipo, aún no ha podido serlo.
Esa horrenda imagen del Betis también puede volver a aparecer si Pepe Mel, entrenador verdiblanco, no se aclara con su equipo, no descubre cómo debe afrontar los partidos, si mirando hacia arriba, si mirando desde abajo, si dando dos pasitos atrás o adelante, si jugando vertical, horizontal o en diagonal. El técnico madrileño, del que nadie duda, el que posiblemente esté más capacitado en el club para sacar al equipo de la situación en la que se encuentra, ha comenzado la temporada dando tumbos, con demasiados cambios de planteamientos y tomando decisiones con respecto a algunos jugadores que pueden haber perjudicado más que beneficiado al equipo. Con un plantel tan nuevo, puede haber pecado de optimista el madrileño y haber rotado demasiado, haber dado poca continuidad a futbolistas que con urgencia debían asentarse en el equipo, y puede haber pecado de confianza en una planificación que tiene carencias y un déficit claro.
Un déficit de calidad. El Betis ha pasado de tener un buen equipo, el séptimo de España, a tener una plantilla vulgarizada por el afan de una planificación tremendamente cuestionable y una previsión económica obtusa, casi paleta, que no ha entendido que a veces en el fútbol invertir en jugadores es invertir en seguridad y economía. En el primer caso, el equipo de Vlada Stosic no ha sabido, por el momento, dotar al plantel de competitividad. De hecho la ha restado. Ha ido cambiando las piezas que se marcharon por otras sin tener en cuenta el nivel ni la capacidad de cada una. Ha arriesgado demasiado y con mayor riesgo, mayor posibilidad de error.
En el segundo caso, las previsiones del totum factotum económico del Betis, que para eso se vanagloria de ello, José Antonio Bosch ha aplicado al Real Betis, no a la SAD, sino al club de fútbol, parámetros que han dado resultado a unos niveles escasos de exigencia. Cuando esta ha subido, las teorías de Bosch se han derrumbado como castillos de arena. Y puede pasar, claro que puede pasar, lo curioso de este asunto es que el mismo administrador judicial se haya jactado de esa política que de momento da con los huesos del Betis en el pozo fríos de la clasificación de Primera. Realmente, es una sinrazón que recuerda más a tiemos pretéritos casi censurados en el club que a profesionales de entidades modernas.
Así las cosas, y hasta que llegue el mes de enero, o hasta que las velas del santo que salvaguarde a los jugadores béticos de las lesiones se consuman con éxito en su luminosidad, solo cabe esperar que Mel empiece a tirar de un grupo de jugadores que comiencen a dar con continuidad al menos un rendimiento correcto, que saquen al equipo del pozo y lo mantengan vivo a la espera de alternativas mejores. Quizás se lleve este plan de emergencia algún objetivo o algún futbolista por delante, pero serán sacrificios necesarios para evitar males mayores.
No es cuestión de ser catastrofistas, pero sí de intentar poner soluciones por si la tendencia deportiva no se invierte. Y poner soluciones desde una sensatez futbolística.
 
 

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