El Sevilla ha vuelto a entrar en una cadena peligrosa de resultados. Peligrosa para sus objetivos, peligrosa para su ambición, peligrosa para su rendimiento. Ha sumado dos puntos de los últimos 12, con una sucesión de partidos que ha vuelto a poner en evidencia algunas deficiencias del equipo sevillista.
En realidad, todo sea dicho, ese 'dos de 12' tiene muchas aristas, y sería injusto meter todos los encuentros y el rendimiento en ellos en el mismo saco. Entre otras cosas porque en ese 'dos de 12' hubo un muy buen partido ante el Atlético, empate incluido en el Calderón, un buen partido lastrado por fallos individuales ante el Levante, un partido mediocre lastrado por la falta de efectividad en Elche y un mal, pésimo partido en Málaga.
Para extraer un elemento común de esos cuatro encuentros, de esta mala racha y llamarla como tal, encontramos pocas coincidencias, pero sí errores que acumulados dan al traste con la buena marcha nervionense al final de la primera vuelta.
Ni en los cuatro partidos han sido erróneos los planteamientos de Unai, ni en los cuatro partidos ha estado mal la defensa, ni en los cuatro partidos han fallado goles los delanteros ni en los cuatro partidos han existido los mismos fallos individuales. Eso sí, en estos cuatro partidos han aparecido todos esos errores.
Ni que decir tiene que el planteamiento del entrenador en Málaga fue totalmente erróneo. El resultado lo delata y, más allá del 3-2, el desarrollo del partido, también. No fue bien, ni funcionó, el sistema fue demasiado medroso y propició que la cuerda se rompiera no por el exceso de ambición, sino por la timidez en el juego.
Ciertamente, debe aprender el entrenador de ello. Pero es tremendamente recurrente y lugar común, más aún cuando un técnico no cae demasiado bien o no conecta con la grada y con la crítica, centrar la diana en un mismo objetivo. En el Sevilla las hay diversificadas.
Porque cabe también preguntarse por el rendimiento de algunos miembros de la plantilla que han perdido constancia, han perdido fútbol, concentración y acierto por diversas circunstancias. En estos cuatro partidos de esta mala racha han aparecido las tremendas irregularidades del portero, que regaló un gol ante el Atlético y otro ante el Levante; el bajón de Alberto Moreno, que regala otros dos tantos ante el Málaga; la peor cara de Reyes; la errática racha de Gameiro, que no marca desde hace dos meses; la nula aportación desde su regreso de Marin; algunas acciones erróneas puntuales, una de Fazio por aquí, otra de Coke por allá; y la responsabilidad del entrenador por ponerlos en muchas situaciones, faltaría más.
Igual que el entrenador está demostrando por el momento no aportar el plus que a lo mejor necesita el equipo para dar un salto en la clasificación, la plantilla está demostrando que sigue a mucha distancia de otras que rinden por encima de su nivel o que directamente están por encima de la del Sevilla. La plantilla discurre por un camino de medianía sin demasiada brillantez, salvo casos puntuales (Rakitic, Bacca, Carriço).
Aquí, en este Sevilla en situación de incertidumbre pero para nada dramática (el séptimo irá a Europa casi con seguridad) nadie acierta tanto como para elevarse a las alturas ni nadie falla tanto como para ser una cabeza de turco.
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