El Sevilla ha vuelto a entrar en un bache peligroso y descorazonador, porque llega justo en el momento en el que los aficionados se empezaban a ilusionar. Las causas del bajón son varias, y no debe escaparse ningún estamento.
La mala racha o este bache del Sevilla ha supuesto un balance de tres puntos de 18 posibles en las últimas seis jornadas. Mal, muy mal registro. Las causas de este mal balance son varias y continuadas. Convergen en ella los perjuicios arbitrales por un lado; las malas decisiones del entrenador por otro; una escandalosa 'desaparición' de algunos futbolistas por allá; una excesiva aligeración de la plantilla por acá; la poca ambición por no reforzarla por aquí; el bajón de rendimiento de otros futbolistas por allí.
Todas estas razones se han aliado para dar con un Sevilla de nuevo discreto, más vulgar, dependiente de Rakitic al máximo, en el que algunos jugadores de referencia no aportan lo esperado y que además no parece recibir asistencia liberadora ni por parte del entrenador ni la ha recibido en enero por parte de la dirección deportiva.
Todos deben despertar, porque afortunadamente la situación no es para nada dramática. El conjunto nervionense sigue en una séptima plaza que ya es europea y pelea por unos objetivos que se fijó a comienzos de la temporada, entrar en Europa. Pero si bien la situación, insistimos, no es para nada dramática y no debe llevar al extremismo, sí que debe llevar a la advertencia y la atención.
Eso se traduce en una mayor continuidad de rendimiento y de disposición por parte de Emery, o debe de traducirse. Sus idas y venidas acaban por descolocar al equipo y a los propios jugadores. Y las pruebas apuntan a que los resultados llegaron con la continuidad de futbolistas y disposición en el campo.
Pero esta advertencia debe alcanzar a todos los estamentos. Más, si me apuran, que al entrenador, porque Emery errará o no, pero es consciente de su situación actual y del club en el que está. Quizás no sean conscientes de dónde están y cómo están algunos futbolistas. Quizás Gameiro no se haya dado cuenta aún del equipo al que ha llegado, ni Marin, que casi con seguridad se marchará. Los futbolistas deben elevar su nivel, deben ofrecer una mejor versión y no ofrecer excusas al entrenador.
La plantilla se ha vulgarizado, ha perdido efectivos (Cala, Perotti, Rabello, Rusescu, Julián) y puede que incluso sea acertado dar salida a algunos jugadores, pero no dejar de ocupar sus plazas con otros refuerzos que permitieran al Sevilla alzar sus miras, sus cotas y mirar con ambición a la parte alta de la tabla, hacia arriba, y no hacia abajo.
El Sevilla, por tanto, se ha venido abajo por todas sus patas, la de los jugadores, la de los refuerzos, la del entrenador y hasta la arbitral. De momento, caen las patas pero el tablero se sostiene. De una u otra forma, una de las bases deberá tirar y elevar las otras.
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