Se avecina una gran cita en Sevilla, un derbi europeo sin precedentes y una auténtica fiesta del fútbol en nuestra ciudad. Pero superado el aspecto festivo y ombliguista, el duelo de la máxima rivalidad es una cita clave para ambos equipos, para bien o para mal, y por igual.
Más allá de que el Sevilla acuda como favorito a la eliminatoria de octavos de final de la Liga Europa, porque lo es por clasificación en la Liga, por historial europeo y por la trayectoria reciente, estos derbis llegan siempre cargados de presión para ambos conjuntos, porque a veces los derbis los carga el diablo.
Este duelo de máxima rivalidad es fundamental para los nervionenses, pero también para los béticos, que tienen ante sí una oportunidad histórica para devolverle a su eterno rival las últimas afrentas.
Porque más allá de favoritismos, un derbi siempre va cargado de flores y veneno, en todas las circunstancias. El Sevilla tiene ante sí con esta eliminatoria una oportunidad para armarse de moral y confianza para la recta final de la temporada, en la Liga Europa y en la Liga. No en vano, se plantaría en los cuartos de final del torneo y con buenas perspectivas para el futuro. En la Liga una clasificación ante el Betis serviría para reforzar la moral y apuntar más alto hasta mayo.
Por su parte el Betis centra más su presión en la eliminatoria ante el Sevilla en sí que la proyección que pueda hacer de ella. Tras una campaña repleta de disgustos y sufrimiento de sus aficionados, los béticos ven este duelo como una posibilidad parcial de redención ante sus seguidores. Una redención necesaria. Son conscientes además de que es una de las pocas grandes alegrías que pueden dar esta campaña, salvo milagro de la permanencia.
Pero más allá del mucho que ganar y todo que perder, el conjunto verdiblanco no va liberado de presión a este todo o nada europeo. Viene el conjunto bético de dos noches aciagas en Nervión ante el eterno rival, de dos escarmientos y dos goleadas. Y tiene ante sí el Betis, y también el Sevilla, un nuevo escenario de rivalidad, en este caso europea, donde el ganador pondrá su primera pica. Será una nueva arma arrojadiza y un nuevo hito en la bendita y bonita historia de estos encuentros de la rivalidad sevillana.
Y los dos equipos la necesitan por igual.
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