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Lo que cuesta… y lo que no


La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)

 
Hay que tener un don muy especial para que hacer que todo lo que te rodea vaya del revés, y más teniendo en cuenta que la historia de este curso empezó como un cuento de hadas y tiene visos de terminar como la Guerra de los Cien Años. Repito lo dicho hace varias fechas: lo peor no es que se pierda (y mira que es malo que se pierda), ni cómo se pierda… ni siquiera ante quién (aunque hacerlo contra el último, en tu casa y sin tener ninguna opción es un chiste de mal gusto): lo peor es el desapego, el hastío. A pesar de estar aún jugándonos volver a la élite, el domingo a las siete de la tarde no quedó un resquicio de ilusión ni en el más optimista de los recreativistas, como para hacérselo mirar. Que sí, que todo cambia en un instante y más si se produce un milagro en Éibar (ojalá, ojalá), pero la verdad es que si aquí nadie hace examen de conciencia de por qué no han calado ni el juego ni el mensaje global lanzado tiempo atrás esto se va a pique por mucha campañita que se monte.
Evidentemente, el entrenador no es el culpable de todo y menos de todo lo extradeportivo, pero a ver si nos enteramos de que quienes no tienen ni un gramito de culpa son los cinco mil que fueron al campo para ver el enésimo bochorno del curso; y los otros quince mil que faltaban para llenar el estadio tampoco son culpables, de eso estoy seguro. Sobre el campo, Sergi hace y deshace a su antojo, como es normal, y, nos gusten mucho o poco sus formas, es lo que hay. Pero ojo: si no ha habido jugadores que le hayan dado más de un toque para que cambiara radicalmente el rumbo, malo; y si sus jefes no se han planteado lo mismo o un viraje total cuando aún hay tiempo de taponar la herida para seguir soñando, peor. Y si absolutamente todo es por un problema de dinero…pues apañados estamos.
Porque aquí el dinero ni ha sobrado, ni sobra ni sobrará nunca, y si se ha salido adelante en los peores momentos –los ha habido muy malos, pero extremadamente malos en la historia reciente del club-, ha sido echándole muchas narices sobre el césped y sacando la garra hasta de donde no la había también fuera de él. Al menos que la casta no falte, que ésa no cuesta un duro… y debe venir de serie sólo con lucir el escudo.

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