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Mucha condescendencia, poca autocrítica

Álvaro Ramírez

Vaya por adelantado que el que escribe considera que el Sevilla acabará teniendo un equipo competitivo para afrontar la temporada; que algunos, no todos, refuerzos que han llegado ofrecen buenas prestaciones al conjunto; y que el proyecto seguirá adelante con buen tono y bien dirigido. Vaya por delante que el que escribe considera a Monchi, director deportivo, un 'rara avis' en el mundo del fútbol, que acierta bastante más que falla, mucho más. Y vaya por delante que el que escribe tiene sesos en la mollera y, aunque no le den para mucho, le permiten entender que el Real Madrid es un equipo todopoderoso y que de cada diez finales ante el Sevilla acabaría ganando siete, empatando dos y perdiendo una, más o menos.

Pero todo ello no es óbice para que el Sevilla deje de darse palmaditas en la espalda, siga llorando y recibiendo gestos patéticos de condescendencia y se considere una víctima del sistema sin asumir sus propios errores y las cosas que se han hecho mal antes del partido de este martes 12 de agosto ante el Real Madrid. Porque hay cosas que se podían haber hecho mucho mejor, sin duda. Tampoco son óbice esas primeras líneas para asumir que el Sevilla podía haber hecho más ante los galácticos y para asistir, con estupor, a una asunción de la derrota impropia de la filosofía de los últimos años en el club marcada por José María del Nido. Aquello de "dos derrotas, una crisis", lema máximo de exigencia que llevó al equipo a cotas insospechadas, ha mutado hasta dar a luz otros lemas condescendientes (palabra que define a la perfección el papel del Sevilla en la Supercopa) como "derrota con honor", "dulce derrota", "orgullo en la derrota", "no se pudo hacer más" y demás expresiones pronunciadas por los protagonistas de la final. Ni rastro de enfado ni de cabreo, ni rastro de lamentos por haber perdido un título y ni rastro de esa autoexigencia y esa autocrítica que en otros casos ha marcado este Sevilla. José Castro, presidente, ni apareció ni habló, y el único que admitió algo, tampoco mucho, de error propio fue Emery, que reconoció tras el partido que su equipo pudo hacer más.
Y claro que pudo hacer más. A lo mejor ejecutando todo de manera impecable habría perdido el Sevilla igual, o incluso más abultadamente, pero el Sevilla, con su manera de proceder antes de la final, nos deja abierta la duda. Y miren ustedes que, como escribe mi compañero de columna y amigo Jorge Liaño, "el fútbol es tan cabrón" que el lateral izquierdo que se queda se pone en evidencia el día que se vende al que iba a ser titular.
Sin duda, la venta de Alberto Moreno se podría haber llevado mejor, mucho mejor. No sería tan inflexible el Sevilla en las exigencias si hace unos días no se bajaba del burro por algún millón y por algunas variables y horas antes de una final transige y acepta que un titular no juegue. No se haría tanto respetar. La venta es buena, claro, pero o se hace días antes o se hace un día después. ¿Que el Liverpool no aceptaba? Pues habría que hacerse respetar, la ocasión lo exigía, por delante estaba la disputa de un título. "Este día el protagonista era el partido, teníamos una final y no era día ni para negociar ni para traspasar", decía Emilio Butragueño al referirse a las posibles salidas de Khedira y Di María este martes. Ahí falló el Sevilla, y tanto.
Y también ha fallado a la hora de preparar esta Supercopa de Europa, un título, en cuanto a la planificación. Para este título, insistimos que a meses vista y con la temporada por delante es más entendible. Pero el caso es que el Sevilla se presentó ante el Real Madrid sin M'Bia, Rakitic y sin Alberto, tres puntales de la temporada pasada. Y sin sustitutos para los dos últimos. Es decir, se presentó en la Supercopa de Europa con un equipo inferior al que acabó el curso pasado. Y esa tarea precisamente es la que había que subsanar si se quería afrontar este título con el cien por cien de garantías. El Sevilla ofrece sus razones, hay que enfocar la temporada y no precipitarse para no pagarlo. De acuerdo, son puntos de vista. Lo que queda claro es que un título se ha marchado y Emery no ha tenido los mejores mimbres posibles para afrontarlo. Solo hay que escucharlo hablar de Alberto para saber que puede entender su venta, pero no la comparte.
Y por ello, tras la derrota del Sevilla en Cardiff, por todo ello, se echa en falta a alguien en el club nervionense que deje de darse palmaditas por haber caído ante un gran Madrid, que deje de buscar la condescendencia de los pequeños para poner el grito en el cielo y alerte a todos, porque hay cosas que se podían haber hecho mejor y haberse corregido o evitado. Un título, sí, un título se ha marchado. El Sevilla, es evidente, no lo ha afrontado de la mejor manera posible.
 

aramirez@eldesmarque.com

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  1. trocho

    Curioso este articulo, sobre todo cuando con vuestro equipo (si, algunos sabemos lo que hay) vais con el "manque pierda" por delante. Por un lado criticando títulos y finales europeas y por el otro aplaudiendo descensos, si señor!!!! viva el rigor periodistico!!!!! En fin, el periodismo que merecemos, ni mas ni menos.