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La política, el deporte y la consulta

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)



No hay nada más cobarde que ser muy cínico y no reconocerlo. Escuché el pasado sábado a un periodista barcelonés rumiar que no le hizo “ni pizca de gracia” ver en el estadio almeriense una gran bandera nacional que recibía al Barcelona con el lema “Bienvenidos a España”. Argumentaba este pobre hombre que “es muy triste mezclar política y deporte”. Y eso lo decía un filobarcelonista; lo repito, por si no ha quedado claro: lo comentó un periodista catalán declarado seguidor del Barcelona. Sí, es para reírse de él. Pero para reírse mucho, mucho, mucho.
No es que este soplagaitas sea un ignorante y no conozca de primera mano las cientos de iniciativas políticas (algunas de ellas poco éticas) que lleva a cabo su club cada mes, sino que este iluminado tomaba a sus oyentes por idiotas; es lo que hacen siempre los extremistas, inventarse un cuento fantástico y negar la realidad ya que, repitiendo esa conjura miles de veces, parece que su cuento se convierte en veraz, especialmente en un país tan acomplejado como el nuestro. Para este tipo y para muchos más, sin embargo, no es mezclar política y deporte que jugadores, presidentes, entrenadores y aficionados de su querido club azulgrana luzcan banderas catalanas trucadas con la estrellitas o que desde el Barcelona se pida la independencia una y otra vez (la independencia ‘de mentira’, porque la real no tienen agallas de pedirla jamás) o que, cual ejército invasor, enseñen en su estadio enormes pancartas con fronteras inventadas uniendo las comunidades autónomas de Valencia y Baleares a lo que ellos llaman ‘Países Catalanes’. Tienen razón: eso no es hacer política, eso es el perfecto reflejo de un idiotismo consensuado. Ya saben: Piqué es separatista… pero el sábado jugará con el escudito de España en el pecho, país al que, como se sabe, ha despreciado en decenas de ocasiones: eso es coherencia, no digan que no.
Así que el derecho a delirar –que no a decidir, que aquí decidimos todos cada cuatro años- consistía en la “necesidad de ir a la consulta” del 9 de noviembre… Eso sí es verdad, hay que reconocérselo: deberían haber ido todos a la consulta… pero a la del médico. Y si hubiera sido a la del psiquiatra, mejor que mejor.

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