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Quejicas entre el orgullo



La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)

 
Andaba el personal revuelto por eso de que el Nuevo Colombino presentara un llenazo en el partido de España y, sin embargo, cada vez que juega el Decano haya un exceso de sillas vacías. Comparto el deseo de que la imagen de esa grada repleta se repitiera cada jornada que el Recre jugara en casa, pero no la angustia ante la comparación. ¿Qué hubieran preferido? ¿Que en el primer partido de competición oficial de la selección española en nuestra casa se hubiera visto un estadio semivacío?
Si hubiera sucedido eso los avinagrados habrían puesto el grito en el cielo porque “ni con España se llena el estadio” ya que, como se quejan de una cosa y de su contraria, nunca están contentos con nada. Afortunadamente, la imagen que ha dado Huelva estos días ha sido excepcional y, por ende, lo que ha supuesto por la promoción y para economía local es inconmensurable. Por eso, aunque alguno se crea que no va con él la cosa, es tan importante y beneficioso para la ciudad y para toda la provincia un Recre en Primera… Pero nada, como pasa casi siempre por aquí es mejor quejarse que arrimar el hombro. Pues si no se siembra no se recogen frutos, caramba.
De todas formas ni yo ni las otras 5.913 personas que vimos el domingo in situ la remontada de los de Oltra cambiamos el ambiente que hubo con 20.000 personas en la grada el sábado frente a lo que se cantó y aplaudió el domingo: se animó diez veces más con tres veces menos de público que cuando jugaron los de Del Bosque. Pese a los mil problemas graves que rodean al club, el Decano sigue en la pomada y jugando -normalmente- bastante bien al fútbol. Sólo con ver lo que lucha, corre y pelea Joselu en cada partido es para sentirse orgulloso de lo que están haciendo. Si alguno pretende que para atraerlo al estadio hay que ponerle un taxi para que lo recoja y lo deje en su casita y ofrecerle, además, café, copa y puro, lo lleva claro. Si no viene él sabrá, pero que tampoco nos taladre con sus pesados lloros y quejíos, que cansan una barbaridad.

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