Pavón

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información) 

Reconozco que apenas 30 segundos antes del zapatazo de Pedro Ríos por mi mente sólo rondaba un macabro titular con el que coronar hoy este artículo: ‘Y este cuento se acabó’ era la frase que pensaba colocar sobre estas líneas. Me proponía escribir del cuento de mal gusto que nos obligan a escuchar quienes, desde los despachos, dicen un día una cosa y al día siguiente su contraria sembrando un cabreo infinito entre el personal, así como fantasear con el cuento de la lechera que todos estaríamos haciendo ya sobre los puntos que harían faltan para el milagro, divagando en qué partido sería imposible fallar… 
Y en esas llegó el jerezano para meter el gol de su vida y, quién sabe, si para darle vida al Decano unos cuantos añitos más. Otra jornada sin vencer era provocarse un harakiri definitivo, pero así se escribe la historia de este equipo: cuando más desesperado nos tiene se saca un conejo de la chistera… o un golazo desde 50 metros, que es lo mismo, para volver a darnos otro pinchazo en la barriga y seguir enganchándonos. El día del Betis fallamos tres tantos (y nos quitaron otro) lanzando la bola a escasos metros de la portería de Adán pero en Soria decidimos resucitar con un zambombazo de esos que se ven una vez cada quince años. Como para no pellizcarse.
Tras lo del domingo hay que poner en un pedestal a Pedro Ríos por esa obra de arte, que puede ser vital, a Caye, cómo no (¡ay, si hubieran apostado mucho antes por ti!), a los otros 12 jugadores que intervinieron, a los que no lo hicieron, a los empleados que acumulan meses y meses de injustas mentiras y siguen dando la talla… pero permítanme acordarme ahora, de forma especial, de Pavón. Aún no se ha conseguido absolutamente nada y una terrible guadaña sigue asomándose todavía sobre nuestro pescuezo, pero si este equipo ha sacado mínimanente la cabeza y hoy tiene sangre en las venas es porque él inyectó una dosis inconmensurable de adrenalina cuando el equipo había perdido hasta el alma (Oltra dixit). El tiempo pone a cada uno en su sitio y a ti, querido Pavón, quizás los recreativistas te debamos pronto mucho más de lo que a simple vista parece. Aunque haya a quien le duela reconocerlo.