La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Es la frase más repetida desde la noche del pasado sábado: “¿Pero qué habremos hecho los recreativistas para merecer esto?”. El trágico final está tan cercano que la ilusión para salir de ésta ha mutado en un lamento que no encuentra consuelo por ningún lado. Desde este humilde rincón creo que los recreativistas habremos hecho muchísimas cosas mal -demasiada benevolencia y paciencia con quienes no se debía, desde lustros atrás hasta hoy, entre otras muchas cosas- pero, aun así, esta tortura a cámara lenta es demasiado castigo para pagar por nuestros pecados.
Cómo será de extrema la situación que el drama ya no sería ni un hipotético descenso a ese terrorífico pozo sin fondo que es la Segunda B, sino que haya que echar el cierre al candado de una puerta con 125 años de historia, una puerta inimitable que guarda muchas más lágrimas –de alegría y de tristeza- de las que algunos puedan imaginar. Dicen los actuales rectores que, en caso de conseguir la salvación deportiva (ojalá), la económica iría de la mano. Quién sabe… pero es que cada vez que afirman que “todo está bajo control” me recuerdan a aquellas personas que escriben en su estado de Whatsapp algo como ‘encantada de la vida’ o ‘imposible ser más feliz’, cuando son, en realidad, pobres criaturas más amargadas que un pájaro con vértigo. Ya lo saben: piensa mal y acertarás.
Y ahora llegan las elecciones. Hace poco escuchaba a los candidatos que, por lo visto, más opciones tienen de gobernar; uno aseguraba que “hará todo lo necesario para salvar al Decano”; el otro, que estará “a la altura de lo que necesite el club”. No sé quién ganará ni si hará falta otra ‘megaintervención’ municipal para evitar el desastre (me temo que sí porque no espero ningún salvador externo), pero eso de poder pasar a la historia como el alcalde bajo cuyo mandato desapareció el Decano del fútbol español, una seña de identidad de esta siempre maltratada tierra, se sea o no responsable de su gestión, sería muy duro. Y a ver luego cómo se explicaría una actuación –o la falta de ella- de tal calibre al resto de lo mortales. El marrón está sobre la mesa. Dios nos coja confesados.