El Real Betis cuenta las horas para ascender matemáticamente, virtualmente lo ha hecho ya hace varias jornadas y lo ha confirmado en Santander. No hace falta decir que el equipo verdiblanco ha sido tremendamente superior a sus rivales y muy superior con respecto a un par de ellos. Pero este Betis, si quiere cambiar su faz, su filosofía, su verdadero tono, debe empezar a exigirse, de verdad. Y el partido de Santander es un buen ejemplo.
Un Betis de Primera ante la portería contraria, con dos delanteros que siguen ofreciendo rendimiento, y en la propia, porque Adán es portero sobrado de Primera, sigue siendo un Betis de Segunda en muchas parcelas del campo. Y eso debe solucionarlo de forma estructural ante la próxima campaña. Y eso se traduce en un cambio trascendental en la plantilla del equipo. ¿Puede el Betis cambiar la mitad de su plantilla, debe el Betis conformarse con traer a cinco o seis buenos futbolistas? Pues será lo primero o lo segundo, pero el Betis debe acometer una reforma real para la temporada en Primera.
La defensa, entre otras líneas, debe sufrir alteraciones profundas. Difícilmente con uno de los titulares actuales podría aguantar en Primera división. Ídem el centro del campo, donde quizás se pueda esperar crecimiento de algunos elementos. Y en la delantera están Rubén y Jorge, pero debe curarse en salud.
El caso es que el Betis no debe ser condescendiente. No debe serlo, por favor, debe afrontar el año en Primera con responsabilidad y, si hace falta gasto, con gasto. Porque si este Betis se queda corto en su reforma, si mantiene demasiados vicios y elementos de Segunda, correrá el riesgo de no cambiar y volver a encarnar lo que los béticos no quieren volver a ver ni en pintura.