La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Decía hace poco Eduardo Herrera, con toda la lógica del mundo, que era imposible agarrarse a la más mínima posibilidad de un supuesto “trato de favor” del mundo del balompié hacia el Decano por su delicadísima situación económica. Estaría bueno. Ni el Recre ni Gengis Kan se merecen trato de favor ni media compasión siquiera, que la ley está para cumplirla y no hay más vuelta de hoja. Trato de favor no tuvimos cuando algún listo decidió que había que jugarse en Elche la final de Copa y así fue. Trato de favor hacia el Decano no, claro, como tampoco se miró para otro lado antaño con equipos que se rieron de esa misma Copa o con jugadores o aficiones que la desprecian…
¿Trato de favor? En absoluto, como tampoco lo tienen otros clubes cuyos regímenes fiscales les permiten hacer un juego de magia que ni David Copperfield en sus mejores tiempos. ¿Trato de favor? No, no: trato de favor no era tampoco construir hace la tira de años con dinero público un estadio que nadie quería, hoy medio fantasma y mal llamado ‘olímpico’, sin que haya pasado absolutamente nada, derrochándose miles y miles de millones de las no tan antiguas pesetas; porque eso no fue ningún trato de favor a nadie, por supuesto. ¿Quién va osar pedir en esta tierra, aislada de provincias hermanas, a la que desprecian unos y otros año tras año tratando de engañarnos con rascacielos, estaciones ultramodernas, aves o tropecientos puentes, un mísero trato de favor? Como si ya no supiéramos la respuesta si se pidiera. Hasta ahí podíamos llegar.
Aquí se ha caído a Segunda B por deméritos propios. Y si no hay milagros o carambolas y no se paga pronto, se caerá a Tercera o pasará lo indeseable, que esperemos que no suceda. Y punto. Lo de los reconocimientos, la manga ancha, los mimos y los tratos de favor sin que ni les haga falta pedirlos es en otros portales. Ya sabemos que el nuestro está demasiado sucio por nuestra propia culpa y que nadie va a coger la escoba para ayudarnos a limpiarlo. Pero, al menos, que no nos den con la escoba en la cabeza. Al menos, eso, caramba.