Es hora de tomar altura. Subir lo máximo posible para poder observar la situación del Club más antiguo de España con una perspectiva nueva. Las vistas son aterradoras.
La deuda del Recre es insalvable en la actualidad. Eso es lo primero que se observa. Las primeras causas que se detectan son, por supuesto, el tamaño de esa deuda (seguro que supera los más pesimistas augurios). Desde cerca se ve que la masa social (lo que realmente determina el tamaño de un club) no es suficiente para enfrentarse a ella; que los dueños actuales (o mejor dicho, el dueño actual) no tiene dinero para pagar (no cancela la deuda, pero si la aumenta); la categoría del primer equipo es como para morir de inanición (SIC), en definitiva, el Recre es un club sin recursos para mantener su actividad y va camino de la desaparición (pero desaparecer pronto, no se crean).
Tomando altura se puede ver el pasado. La fecha límite era el 31 de julio. Hay quien piensa que se salvó porque a las 00:00 horas del 1 de agosto no hubo un cataclismo y todo parecía continuar, pero desde más arriba, con estas vistas, se observa la velocidad con la que se muere el club. Lentamente. El Recre agoniza y los primeros síntomas ya se hacen patentes. El césped del Colombino, los tornos de la entrada, las transferencias que tardan un mes, los impagos a jugadores y empleados (extraña que no hayan estallado estos últimos), ERE a la vista, la Seguridad Social liquidando la Ciudad Deportiva, sanciones de descenso por impagos a Hacienda, favores de la Liga y AFE para que los jugadores quiten denuncias que nos abocaban a tercera (el millón de Colunga va a ser complicado que alguien lo vea en su cuenta), hombres fuertes que se deshacen como azucarillos, fondos de inversión sin nombre.
El proceso de demolición se ha iniciado y no va a parar. Las pocas opciones que tiene el Decano de sobrevivir pasan por un cambio estructural de la entidad. Se observa perfectamente desde arriba, cualquiera puede subir aquí a mirar el paisaje. Ese cambio estructural solo es posible con la salida del dueño actual, pero esa salida se antoja una quimera. Si se diese, la falta de tiempo (y es que ya el plazo ha sido rebasado) será la que le ponga la puntilla al Recre. Aun así deberíamos intentarlo. La afición, el recreativismo en su totalidad, entrando en esa isla que se desmorona y desaparece que es nuestro club, el único que tenemos. Cambiándolo de un modo profundo para que el futbol se fije en él y le dé una oportunidad. Es más complicado de lo que era cuando el Trust lanzó el mensaje de auxilio que el dueño actual se encargó de ahogar con “Los Mexicanos del fondo de inversionistas sin nombre que iban a decirnos la deuda a la semana siguiente al céntimo y que estaban trabajando fuertemente”. El mensaje de auxilio sigue ahí. Pero tenemos que ser más para que se nos oiga. El primer paso es deshacernos de los que nos están hundiendo. Desde arriba se ve el futuro próximo y el pasado. El club se muere lentamente, pero se muere. Ha llegado la hora de la insurrección. Somos Recreativistas, no lo olvidemos. Sólo el recreativismo tiene una mínima opción de salvar a su club (casi imperceptible). Al menos que se oiga el fragor. Lo menos que podemos conseguir es que el Recre no muera en silencio.