La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Tras un partido bastante malo -las bajas pesan, sí, pero cuando no hay bajas tampoco es que seamos el Milán de Sacchi-, tras desperdiciar la superioridad numérica y tras conceder dos goles por el centro (de juzgado de guardia), casi sacamos un punto para seguir manteniendo el vuelo. Es decir, que si el Decano hubiera hecho las cosas ‘medio normales’ podría haberse traído de Lorca algo positivo y haber encarado esta semana de forma muy diferente para recibir al líder.
Pero ya no es que las cosas no se hagan bien sino que, desde hace tiempo, no se hace nada ni ‘medio normal’. Si las cabezas pensantes que gobiernan el club hubieran hecho las cosas ‘medio normales’ probablemente no se hubiera tirado a la basura esa criminal segunda campaña de Barjuán, cuando se escapó un play-off que jamás se debió haber escapado y que, quién sabe, podría haber cambiado todo el cuento. También, si todo hubiera sido ‘medio normal’, entre unos y otros no nos hubieran mandado al hoyo el pasado curso, que aún parece de broma que un equipo con Menosse, Díaz, Núñez, Montoro, Antón o Pedro Ríos, y con Oltra al mando (en Córdoba no parece tan malo, ¿verdad?), el Recre hiciera mil ridículos hasta acabar donde acabó (excusando la era Pavón, por supuesto). Y, a este paso, me temo que el próximo mes de junio volveremos a lamentarnos de no haber hecho nada ‘medio normal’ desde el pasado julio, lo que nos aleja, día tras día, de luchar por el objetivo. Nada me gustaría más que tragarme estas palabras por equivocarme en el pronóstico.
Es evidente que lo extradeportivo nos lleva hundiendo en la miseria desde hace tres temporadas, pero nada, seguiremos esperando a que llueva (la cautelar) para dar un paso al frente, darlo atrás o darlo al lado; si es que algún día el dueño da algún paso, que ésa es otra. No sé –ni me importa- quién dijo hace poco lo de que “como le toquemos mucho las narices a Comas la cosa se pondrá más difícil”, como si hasta ahora algo hubiera sido fácil. Pues nada, recapacitemos: habrá que hacerle la ola y tocarle las palmas entonces. Y ya puestos, que elija si quiere que se las toquemos por tanguillos, soleares o fandangos. Que vaya eligiendo el ritmo, no vaya a ser que el que nosotros decidamos tampoco le guste demasiado.