Hay que reconocer que el pulso lo está ganando él con solvencia, que ha logrado doblarnos la muñeca hasta poner nuestros nudillos a escasos milímetros de la mesa. Y lo consigue él solito frente a miles de recreativistas, frente a miles de onubenses, frente a 126 años de historia… pero no hay manera de que podamos torcer su brazo. Al principio de los tiempos hasta yo dudaba de que la nefasta gestión social, económica y deportiva fuera adrede, pero ya quedó bien claro que el fracaso viene con inquina de serie. Lo dicen sin pudor hasta los de dentro.
Yo no sé lo que harán otros, pero doy mi palabra de que si el/los responsables de esta calamidad hacen desaparecer al Recre una de las prioridades de mi vida será recordar cada día, cada hora y cada minuto en cada foro en el que este humilde periodista tenga cabida, sus nombres y apellidos para que todos sepan quiénes fueron y cómo lo hicieron. Lo que vivimos, una mala imitación de lo peor del ‘Loperismo’, la reencarnación del ‘Gilismo’, un ‘Pitermanismo achulapado’, es tan ridículo que se tenía previsto presumir de llevarnos en tres años a Primera y estamos hoy a un suspiro de Tercera –y de la muerte-. Nadie se puede ir de rositas. Ya sea en los juzgados o en la hemeroteca, la vida y obra de los responsables, del primero al último, deben quedar retratadas por los siglos de los siglos. Y como la intención de alguno es matarnos – ya sea por la anunciada inanición o con tiros por la espalda- que se asegure de enterrarnos sin vida. Por si las moscas.
Me cuesta creer que cualquier otra ciudad española consintiera la desaparición de su equipo de fútbol si éste fuera el más antiguo del país. Evidentemente todo es cuestión de dinero, de conseguir por X o por Y unas acciones (¿será el ‘gran gestor’ consciente de que cada día que pasa la depreciación de las mismas es exponencial, de que ya no valen prácticamente nada?), pero es que esta guerra se ha convertido en mucho más que eso: es una cuestión de orgullo, de retener un pedacito de tu historia, de honrar a tu gente. Muchos seguimos atónitos esperando movimientos, gestiones y hechos liderados por el Ayuntamiento. Que sí, que hay cosas infinitamente más importantes que el fútbol, pero una de ellas es la dignidad. Y esta ciudad, siempre pisoteada y maltratada, no puede permitirse, una vez más, ver su dignidad tirada por los suelos.