Que Unai Emery se haya marchado del Sevilla es una noticia tan mala como previsible al fin y al cabo. Y esa previsibilidad ha convertido una noticia traumática en apenas una pequeña alteración, pero poco dramática. El entrenador vasco ha resultado capital, trascendental y definitivo en el crecimiento en los últimos años del Sevilla, en su regreso a la elite del fútbol europeo. Ha hecho en el equipo nervionense lo que nadie ha hecho en el fútbol, nadie. Ha logrado levantar tres títulos europeos de forma consecutiva, y tan cierto es que ninguno ha sido la Champions League como que la dificultad era igualmente extrema.
Pero Unai Emery ha hecho en el Sevilla mucho más que ganar tres copas. Eso de levantar títulos ya lo hizo Juande Ramos, el único antes que el vasco por cierto. Pero lo que ha hecho este técnico de Hondarribia de quizás poca empatía y sobrada sabiduría tiene mucho más valor que lo que hizo aquel, por las expectativas, por las posibilidades y por las circunstancias.
Unai no ha tenido a sus órdenes ni a los, probablemente, dos mejores delanteros de su historia (Kanouté y Luis Fabiano), ni al mejor lateral de su historia, ni al mejor portero de su historia y tampoco ha tenido mimbres como los que tuvo para trabajar aquel Juande Ramos.
Unai Emery se ha fabricado un equipo campeón. La participación de Monchi y su cuota de responsabilidad es indudable en los éxitos, todos, del Sevilla. Pero en estos tres últimos años, además de sus espectaculares descubrimientos (Krychowiak, Bacca, Aleix Vidal, Vitolo), han tenido mucho que ver las labores arquitectónicas de Emery con la plantilla. Ha sacado un rendimiento inesperado a sus futbolistas, ha convertido jugadores de medio nivel en futbolistas de primerísimo nivel, y vendidos a ese precio (Alberto Moreno, Aleix Vidal…). Ha revalorizado jugadores que parecían acabados (Pareja, Banega, Rami…) y paralelamente ha ido haciendo, no uno, ni dos, sino tres equipos campeones.
La figura de Unai Emery es mucho mayor de lo que se proyecta en el actual Sevilla. No quiere decir que su labor no pueda mejorarse, que difícil será, ni que sus virtudes puedan ser igualadas y sus errores, que los hubo, corregidos. Quiere decir que ha sido el entrenador que sacó de la mediocridad al Sevilla para volver a instalarlo en la grandeza, que llevó al Sevilla incluso a superar las cotas que ya se daban por insuperables.
Ahora se va al PSG, uno de los clubes punteros, uno de los clubes que podían provocar su marcha de un Sevilla agigantado y en Champions, y uno de los clubes que además pueden mejorar con creces sus condiciones económicas. Lo que ocurra en París en París quedará, lo que ocurrió en Sevilla con el Unai Emery Etxegoien fue maravilloso. Por eso, la marcha de Emery del Sevilla es una noticia tan mala, tan mala como previsible.