Desde que la expropiación fue un hecho, la venta pasó a ser otro. Por todos los onubenses y la mayoría de los recreativistas era sabido que el Recreativo tenía que estar el mínimo tiempo posible en manos del consistorio onubense. Quiero un Recre de Huelva pero no que le cueste a Huelva, sino a los recreativistas.
No le podemos obligar a un onubense que no sienta admiración por el fútbol el hecho de pagar una pésima gestión de un individuo. Es obvio. Los pasos han sido lentos, el Recreativo no es un caramelo para nadie en Segunda B, es una almendra amarga y hay que buscar al comprador idóneo para que siga viviendo por y para siempre. Con la publicación del pliego y de su aprobación este miércoles (un mero trámite más) se abre la veda para analizar cómo se han hecho las cosas en este año de mandato por parte del ayuntamiento.
Me surgen muchas dudas que los políticos aclararán como ¿de dónde se puso 1.800.000 euros a principios de mayo y por qué no se puso a los jugadores para levantar los derechos federativos en el mercado de invierno o a los trabajadores? Estoy seguro que habrá respuesta y más que justificada pero, ¿por qué hemos esperado tanto? Tras analizar el pliego aceptamos que la persona o grupo que venga a comprar el Recre no viene por amor al Recre, ¿no? Ahí debemos agradecerle a la persona encargada de poner en contacto con el consistorio a los interesados. O al interesado…
Era obvio y más que necesario que el pliego tuviera mil recovecos y mil exigencias para los interesados en comprar este Bien de Interés Cultural y no volver a caer manos “eComasvocada” pero hemos dejado la transparencia a un lado. Se ha trabajado sí, pero en las sombras. Este que escribe apostaría a que a la subasta se va a presentar una sola persona (o grupo, entiéndanme que una sola persona con un patrimonio exigido de casi 18-19 millones de euros es un afortunado) o dos. Porque el pliego es un traje, exigente, por supuesto, no esperaba menos y lo aplaudo, pero es un traje o, al menos, así lo quiero pensar.
Por otro lado se encuentra la afición. Esa tan/no tan olvidada o reconocida. Porque uno no sabe si es del Recre, si es del Trust, si es de la Federación de Peñas o del Ayuntamiento de Huelva. La afición salvó al Recreativo de la muerte y aunque alguno lo comente como un hecho más en la historia del Recre fueron cuestión de minutos que el Decano firmase su liquidación. Que me perdonen los “trusistas” a los cuales admiro por su enorme labor y por su amor al Recre, pero la afición no puede hacerse cargo de un club de fútbol que aspira a estar en lo más alto y con una deuda de 22 millones de euros.
No fuimos capaces de conseguir 1 millón de euros, cómo vamos a gestionar una empresa con una deuda de 22. La pelota lleva en lo alto del tejado del Ayuntamiento casi un año y está haciendo un auténtico traje con ropa vieja y olvidada. La ha lavado, la ha cuidado y le ha hecho sus remiendos para ponerla a punto. Sigo pensando y me reitero en que este traje es un encargo cuyo sastre ya ha decidido ponerlo en el escaparate con un precio llamativo. Seguiremos esperando a que el traje sea comprado y la persona que lo vaya a portar lo trate con tanto mimo como lo ha tratado el sastre, pues al fin y al cabo, los trajes son para las ocasiones especiales.