La Agrupación Deportiva Ferroviaria era, hasta hace poco tiempo, uno de los tesoros escondidos del deporte madrileño. El club, fundado en 1918, se codeó con Real Madrid y Atlético de Madrid en campeonatos regionales (los venció a ambos en 1939) hasta que perdió foco al perder su campo del Paseo de las Delicias, en el año 1947.
A partir de entonces, los distintos directivos de la Ferro se pusieron como principal objetivo la supervivencia, convencidos de que su legado merecía ser preservado hasta hoy simbolizado en el último presidente de la antigua era y primer presidente de la era soñada: Javier Puig, ex jugador del club, ayudado por el periodista Juan Carlos Casas y apoyados por Vicente del Bosque (hijo y nieto de ferroviario), socio de honor y referente e inspiración permanente de este proyecto.
Tras una larga travesía por el desierto, el cuarto club más antiguo de la capital —tras Real Madrid (1902), Atlético (1903) y Carabanchel (1916)— ha encontrado apoyo en un grupo aficionados y pequeños inversores liderado por el emprendedor argentino Martín Giménez.
Su capacidad de persuasión ha permitido que se sumen al proyecto, entre muchos otros, Míchel y Adrián González (hijo y nieto de futbolista de la Ferro). El propósito de todos los implicados no es sólo impulsar a la institución, ahora en la última categoría del fútbol madrileño, sino que la Agrupación Deportiva Ferroviaria recupere su importancia como equipo de barrio y como historia de Madrid. La idea es que la Ferro sea referencia de valores positivos y punto de encuentro para todos los aficionados que creen que otro fútbol es posible.
Para conseguirlo, la Agrupación Deportiva Ferroviaria busca inversores a través de la venta de acciones. El plan es convertir al club en SAD y poner a la venta 3.900 participaciones durante 2025, el equivalente al 39% del valor del club. Así comienza la aventura. Aunque de la Ferro salió el legendario Joaquín Peiró, el
Galgo del Metropolitano, no hay ánimo de correr en esta primera etapa. Según
afirman los promotores, el viaje es tan estimulante que merece la pena disfrutarlo
paso a paso.
El 15 de diciembre de 1918, el periódico madrileño Fígaro, en su sección Deportes y Turismo, informó sobre la creación de “una nueva Sociedad deportiva integrada por elementos ferroviarios que sale a la vida con extraordinaria pujanza,
proponiéndose laborar firmemente por la cultura física de nuestro pueblo”. La Agrupación Deportiva Ferroviaria seguía así la tradición de otros grandes clubes,
como el Manchester United (1878) de Inglaterra o Ferro Carril Oeste (1904) de
Argentina, nacidos en el entorno ferroviario gracias a la iniciativa de los trabajadores.
«La Ferro» es un símbolo del deporte amateur, representando valores, como la amistad, la entrega y el compañerismo. La nostalgia de lo que no ocurrió generó una herida en la memoria del club, pero hoy, parados en ese dolor renace el club de todos, un CLUB DE BARRIO SIN BARRIO.
En este reinicio, la Ferro ha encontrado un amplio respaldo entre diferentes ámbitos del deporte y espera seguir sumando apoyos. La aventura es ilusionante y el objetivo ambicioso: volver a tener un campo propio para reconstruir, desde sus cimientos, la historia que debió ser y no fue. Todos los que se unen a esta causa tienen un objetivo en común, esta vez sí, dejar huella en la historia del fútbol español.