Después de 44 días de competición se cumplieron los pronósticos que daban como grandes favoritos para alzarse con el título de la Copa del Mundo de Rugby Inglaterra 2015 a los All Blacks (34-17 en la final frente a los Wallabies).
Si bien se buscaron excusas para intentar rebajar ese favoritismo previo al inicio del torneo como fueron la maldición de que ninguna selección había conseguido alzar dos Copas Webb Ellis consecutivas y el que Australia, el otro finalista, les había ganado hacía menos de 3 meses en el Championship 2015 (8 de agosto por 27-19).
Pero por otro lado había un dato estadístico demoledor a su favor: tres únicas derrotas en los últimos cuatro años, en concreto desde que ganaron su Copa del Mundo en 2011.
Así las cosas, la final se planteaba como un reto mayúsculo para ambos equipos. Los XV iniciales sin sorpresas. Lo mejor de lo mejor entre lo disponible en cada seleccionado, los cuales se presentaban sin ninguna baja de sus jugadores franquicia. Allí estaban, frente a frente, los McCaw, Read, Ma´a Nonu, Carter, Savea, Smith, … y los Foley, Giteau, Pocock, Hooper, Drew Mitchell …
El espectáculo comenzó ya desde la Haka neozelandesa (Kapa O´pango) dirigida por un jugador también histórico de los All Blacks, Keven Mealamu (132 Caps, 36 años), y se cerró con la Haka de la victoria dirigida esta vez por el coloso de Oamaru, Richie McCaw, el capitán, la leyenda, el hombre record del rugby mundial. En palabras del seleccionador neozelandes Steve Hansen, el mejor All Black de la historia.
El partido se inició con posesión de balón y territorio por parte de los All Blacks quienes salieron a lo suyo, a atacar y dominar el juego. Los Wallabies, por su parte, estaban muy centrados en defender bien, y sus dos “perros de presa”, los terceras líneas Pocock y Hooper, en apoyar a su línea de tres cuartos para frenar a los poderosos Ma´a Nonu y sobre todo al “autobús” Juilian Savea, y ya de paso intentar “pescar” balones en los rucks, lo que ahora llaman el “breakdown”, donde ambos son en esa factea del juego dos de los mejores, sino los mejores.
El encuentro estaba igualado. Los puntos venían por medio de la trasnformación de golpes de castigo, 3 para Dan Carter y 1 para Bernard Foley (9-3), hasta que pasada la media hora de juego, una excelente jugada a la mano de los All Blacks fue culminada por el ala revelación Milner Skudder, tras magnífico pase de su capitán McCaw. El clásico, “fijar y pasar”.
En esta primera parte los Wallabies sufrieron un par de bajas por lesión, el segunda línea Douglas y el primer centro Giteau, el “europeo”, el que da sentido al juego de los australianos, quien fue sustituido por Kurtley Beale, un jugador de otro perfil, más explosivo e imprevisible pero menos organizador y con peor lectura del juego colectivo. Esta baja resultó a la postre muy sensible para los australianos.
Así se llegó al descanso con un marcador favorable a Nueva Zelanda por 16-3, lo que reflejaba entre otras cosas que los All Blacks habían sabido defender sin cometer infracciones ni errores, y mucho tiempo en campo contrario, y que los Wallabies no habían podido superar la defensa de los de negro.
La segunda parte se preveía igualada si bien se esperaba que los Wallabies dejaran un poco de lado sus precauciones defensivas y se lanzaran más al juego abierto, pero lo que sucedió fue que en los primeros minutos de juego de la reanudación, con el físicamente poderoso y rocoso, “el boxeador” Sonny B. Williams en el campo en sustitución de Conrad Smith en los All Blacks, en uno de los primeros balones que jugaba aquél, fijó a los dos centros australianos, y fue capaz de dar el balón a Ma á Nonu quien aprovechó perfectamente el hueco dejado por Williams rompió la línea defensiva Wallabie, y con un cambio de pie “de libro”, evitó al centro australiano Kurtley Beale, logrando posar el oval tras la línea de marca, 21-3, y parecía que ya no habría final.
No fue ni mucho menos así. A los Wallabies ya no les quedaba otra que ir a por todas, sin reservas y dejando de lado las precauciones defensivas. Así que lanzados al ataque llegaron a cinco metros de la línea All Black y el zaguero Ben Smith realizó un placaje peligroso (levantar las piernas del jugador placado por encima de los hombros del placador) lo que supuso, tras la revisión de la jugada por televisión (TMO), una tarjeta amarilla y 10 minutos al “sin bin”.
Con Nueva Zelanda con un jugador menos y Australia lanzada al ataque, en la jugada inmediatente posterior al golpe de castigo que supuso la exclusión temporal del zaguero All Black, los Wallabies lograron ensayar, tras haber lanzado el golpe a saque de lateral, por medio de su tercera centro Pollock, 21-10 tras la transformación de Foley, y poco después consiguieron una nueva marca por medio de su segundo centro Kuridrani, transformada así mismo por Foley (21-17).
Australia había logrado un parcial de 14-0 en los 10 minutos en los que Nueva Zelanda estuvo con un hombre menos en el campo, se había metido de lleno en el partido, estaba desatada y comenzaba a ver posible ganar la final. De hecho tuvieron la oportunidad de ponerse por delante en una jugada a la mano que ya dentro de la 22 All Black se perdió por avant.
Y en esto vino la jugada genial de un jugador genial. La jugada que vale una final de la Copa del Mundo. El recordman de la historia del rugby internacional en anotación de puntos (1598), nombrado mejor jugador del mundo en 2015, el “hombre 10” de los All Blacks, Dan Carter, que cuando peor lo estaba pasando su equipo y a 10 minutos de la conclusión, se jugó un drop desde unos 40 metros, cuando nadie se lo esperaba, poniendo el marcador en un 24-17, es decir, a distancia de seguridad de un ensayo transformado, y 5 minutos después acertó también en un golpe a palos (27-17). Ahí sí que se podía decir que se acabó la final.
Ello no obstante, esto es rugby, y los Wallabies no se “fueron” del partido y sacaron su orgullo a relucir, haciendo recular a los All Blacks hasta su línea de 22, en la búsqueda de un nuevo ensayo que les pudiera dar alguna remota posibilidad de ganar dado el poco tiempo que quedaba para la conclusión, pero en un desfortunado error del ala Drew Mitchell (14 nsayos en copas del mundo), que perdió un balón con su equipo volcado en ataque en la 22 neozelandesa, los All Blacks en una rápida contra lograron un nuevo ensayo por medio de Barret (un gran jugador con un futuro muy prometedor), transformado por Carter (34-17), y ahí concluyó el partido de manera defintiva. No hubo tiempo para más.
Fue una gran final, la mejor final de la historia. Los Wallabies estuvieron en la pelea hasta la conclusión del encuentro y el resultado es engañoso, sobre todo para los que no vieron el partido y para los legos en rugby.
Ganó el torneo el que había sido el mejor equipo durante toda la Copa del Mundo, y la clave del partido no fueron tanto los terceras líneas (McCaw, Kaino y Read vs Fardy, Hooper y Pocock) pese a que los All Blacks fueron un tanto superiores en delantera, sobre todo en el juego desplegado o abierto, como los medios aperturas y centros (Carter, Ma´a Nonu, Conrad Smith y Sonny B. Williams vs Foley, Beale, Kuridrani) quienes se impusieron a sus oponentes, siendo en este sentuido la baja de Giteau mediado el primer periodo muy sensible para los Wallabies.
Así los All Blacks se coronan como único seleccionado con tres Copas del Mundo y así mismo los únicos que han ganado dos finales consecutivas (2011 y 2015).
En definitiva, digamos adiós a la Copa del Mundo de los records de público en vivo, televidentes, impacto económico, etc.. Digamos adiós a Inglaterra 2015 y hola a Japón 2019. Ya solo faltan 4 años.
Sigamos disfrutando del rugby. No hace falta una Copa del Mundo para disfrutar de este espectacular deporte. Seguro que al lado de su domicilio hay un club de rugby. Vayan a disfrutar de los partidos desde infantiles a senior, de cualquier categoría. Sólo hay una cosa mejor que ver el rugby en vivo, practicarlo. Se lo digo por experiencia.
Por Gontzal Sever