Pepelu Villar, 27 años, y con un amplio historial: Lorca, Jumilla, Olympic de Xátiva, Alcorcón B, Alcorcón, con seis partidos en el banquillo en Segunda aunque no llegó a debutar, Jové y Yeclano, del que vino este verano al Portugalete. “El representante se puso en contacto conmigo y no me lo pensé. Sé que en el fútbol vasco apuesta siempre por gente que lo hace bien y quería tener más proyección. Espero que el Portugalete ascienda a Segunda B, que es su objetivo”, señala. En apenas unas horas se ha enrolado en el CD Barco, de la Tercera gallega. Llega a Portu desde el Arandina Jorge Gómez Mediavilla, ex del SD Amorebieta, donde coincidió con Larrazabal en el banquillo.
Un Pepelu al que entrenó Fran Yeste en el Eldense, aunque sin ficha. “Coincidí con él, siempre mostró mucho interés por mí”, rememora. En una mano tiene tatuado el número 1 y el 13, como Herrerín, “y me falta el 25… pero bueno”, apostilla el arquero alicantino. “Me los guardo bien”, comenta sobre el resto de sus tatuajes, sobre todo en un brazo. Reconoce que los porteros, como un jugador diferente al resto, “tienen un tiro, tienes que tener algo distinto y también tienes que tener esa calma y esa agilidad mental que te ayude en su futuro”, desliza.
En un Portugalete en el que se sentía “muy a gusto” en el piso que compartía en el casco urbano jarrillero con el burgalés Gabri Ortega. “Los resultados han llegado a base de estar todos juntos el equipo. Se ha puesto arriba tras estar todos juntos y solo queda seguir así para no bajar de esos puestos”. Un Portu que le costó el puesto a Calle y Etxeba. Solo vale ser primero en Tercera División: “Hay que saber llevarlo, la exigencia en este club es máxima y a intentar seguir haciéndolo bien”. Ya en Barco, con Docando apostando por Mediavilla, Pepelu desliza que "tengo la conciencia muy tranquila y el trabajo bien hecho. Ahí están mis actuaciones y los números, con el mejor coeficiente de goles", desliza este aficionado al Atlético de Madrid y que de pequeño se vestía de ‘El Mono’ Burgos.