Desde Pejanda (Valle de POLACIONES. Cantabria), ascensión a ´El Cornón de Peña Sagra´, 2.046 m, y al ´Cueto de la Jorcada´, 2.111 m, en la ´Sierra del Cordel.
ESKAINTZA: A todas aquellas personas que, por prolijos motivos, no leerán nunca este Cuaderno. Cita: Ningún cuadro de pintor pudo llegar a reflejar esa fascinante obra natural que al alma hace volar.
Julia María Carvajal
Dentro de cuatro días entrará la primavera, que no se demora y por ello no enloquezco, y a sus puertas, yo, cual Lázaro resucitado pero doliente, obedezco a ciegas la orden de un rey. No me dice éste, sin embargo, como Jesús al hermano de Marta y María, Levántate y anda, sino, Siéntate y escribe, tal es tu tarea en este Mundo, para la que yo te he venido dando vida, te la estoy dando ahora mismo y te la seguiré dando hasta este ese día fatal, o dichoso, en el que para ti todo se haya consumado... Si yo hubiera conocido mi mejor virtud en la niñez, como dice Gracián, Don Baltasar, habría triunfado como cualquiera en las mismas condiciones. Pero sucedió que no, que un esférico balón de cuero me atraía más que la pluma. Y así fue. Y así me ha ido, de portería en portería sin querer nada saber de los escritos. Por eso ahora, hombre maduro que trajina mano a mano con su dolor, me toca escribir no ya para el triunfo, sino para seguir saldando las deudas que por nacer y seguir vivo contraje y contraigo día a día...
Eran ocho significantes, pero para él, ese que como si fuera un Dios se nos oculta desde hace no sé cuánto tiempo ya, con uno sólo bastaba, pues tras su nombre propio y primero, ¡Lombraña!, se imaginaba un pueblecito encajado en un valle muy verde rodeado de sierras tales como la de Peña Sagra y la del Cordel, por mencionar las que al caserío del valle de Polaciones le sirven de norte y de sur y le pillan más a mano, o, mejor dicho, a pie, guárdese el coche el que quiera coronar cumbres nevadas, y también la bicicleta guarde, pues tanto los perfiles de las rutas como su empinamiento no admiten otra pisada que no sea la de las botas de ´serraje´ o de ´nobuck´ con los dibujos de las suelas muy marcados, húndese el pie como ligera barca, mas no resbala, velas son los brazos que el viento insufla como si fueran aire para unos pulmones. Dijo “Lombraña”, recuerdo que pronunció ese nombre varias veces, y que, cada vez que sus labios lo marcaban, en sus ojos brillaba el cálido sol de las mañanas y el fuego del hogar de las noches de mucho frío. Lombraña: paraíso para el ´bien estar´, y, acaso, por qué no, para las brujas, que las hay buenas, o esas que hechizan, de esas que encantan, “¡Lombraña!”, gritaba, “Lombraña”!, como enloquecido, como, luego de cuatro siglos, el sucesor de El Quijote, él, el ´caballero sedente´, nosotros, y por cuestión de sexos, el Escudero y su Dulcinea, cosas de leer tanto, como aquel de La Mancha, que se pasa este hombre horas y horas encerrado en la sala de lectura de su casa de Trapagaran dándole a los libros, empapándose de sabiduría, Sabe Latín, dicen de él los que tristemente sufren por su ausencia. Y como “del dicho al hecho va un trecho”, según reza la vieja sentencia, cuando llegó el día señalado, él no se presentó, no ofició de Whitman, una vez más, no acudió a la cita. ¿El motivo?... Pregúntenle a él, que seguro que les sale, como un día a mí saliera, por la calle del medio, con excusas tan peregrinas como... “Está lloviendo en Portugalete”, o, esa otra tan chirene, “Me pillan en pijama, compays”.
Visto, se mire como se mire, con la Peña Sagra al fondo o sin ella, Polaciones es un deleite para los sentidos, todos ellos, los cinco, pues, aún en papel, ante unos ojos sensibles, la vista se recrea y goza, el tacto sueña con la yerba de los prados, la nariz olfatea y huele el embriagador perfume de las plantas y las flores, el gusto se relame ante un buen plato de ´cocido montañés´ y la oreja, bien orientada, le sirve de escucha al oído, como si la canción de Van Morrison se tratara, los cautivadores “Himns to the silence”, Himnos para el silencio: “oh, my dear, oh, my dear, oh, my dear sweet love”...Polaciones, Lombraña o Pejanda, si tu papel fuera para mi boca comestible, ¡te comería!, tal es hacia ti mi deseo provocado por el encanto de la palabra y el de una sugerente fotografía. Se llama “Molleda” la casa del pueblo, que no socialista, la tierra que pisamos al andar se convierte en nuestra nación, ¡somos nacionalistas!, ora vascos cuando paseamos por el Parque de Gorbeia, ora cántabros, como ahora, cuando recién hemos tomado posesión de nuestra pieza, una única pieza pues mucho nos amamos. Lo que suceda en las ocho habitaciones restantes, todas ellas, como la nuestra, doble y con baño, y del total cuatro del tipo ´abuhardillado´, es cosa de la que aquí no se hablará: la intimidad es un derecho inviolable, aunque podría ser, éste es el caso, que las habitaciones, todas ellas, estuvieran desocupadas, o sea, vacías, en cuya tesitura el “amplio salón con chimenea” sería, lo habría sido, entero para nosotros: ni el quejido de un hijo, ni el llanto de un niño, ni la rabia de ver cómo seres semejantes a nosotros comparten unos planes de los que nos creíamos los únicos herederos…
De gatos no me acuerdo, tampoco de perros, ni de caballos, ni de vacas, ni de fieras salvajes, no le ha llegado el día a este valle en el que Dios deba decir, Surjan las bestias de la nada, para divertimento de los cazadores, disfrute de mis ojos...y pavor de todo el cuerpo de ella, mi compañera, que, por si al Todopoderoso le da por despertar de su letargo, sueño o muerte y crear alimañas, se ha protegido las piernas contra los arañazos y sujeta con ambas manos sendas cachabas o bastones que, amén de ayudarla a caminar, podrían protegerla de ataques o embestidas.
Cuestiones de madre, en cualquier caso, la que domina mi mundo porque un día, a mediados del sigo veinte, meció mi cuna con amor y mucho cariño a pesar de que tanto una cosa como la otra las tenía que compartir con una prole, palabra corta que nos lleva a otra más larga, proletariado, el padre es el ejemplo, la cabeza visible que ya murió, a destiempo como casi todas las muertes, dejando viuda y siete hijos, de los cuales el ante último soy yo, ¡peligro... peligro!, pues ocupo ´puestos de descenso´, y de ascenso también, viruelas a la vejez, eso es, queda el balón de fútbol ya muy olvidado, la elástica gualdinegra que porté ya no la mojo con mi sudor, otros lo hacen, otros lo harán por los siglos y los siglos pues la materia, y mucho menos el espíritu, nunca mueren, se transforman, como de la energía dijo el sabio.
Y los que, por cuestiones de edad, abandonan el terreno de juego, pasan a formar parte del ´Senado jarrillero´, donde la sabiduría es un grado que alimenta el sentido común, ese que dice que “la pelota, mejor dejarla en el pedestal y servirse de las piernas”, ya sin nada que manejar, para andar y andar los caminos de la naturaleza virgen, milagro donde los haya porque tanto amor hacia ella como se derrocha no es capaz de quebrar su divina castidad, valles de verde claro y oscuro, montes de cumbres picudas u orondas donde la nieve es como el azúcar ´glass´ que se derrama sobre una rica tarta, o un pastel, o una docena de ellos ya que las montañas tienden a unirse formando sierras o cordilleras. A ésta, a la que nos dirigimos, como ya se ha dicho, le llaman ´La Sagra´, siendo su rey El Cornón, que no se intuye aún, ni se adivina, el cielo es todo él una nube que acaricia las cimas, una de ellas será la escogida, pero cuál. Por adelantar acontecimientos, decir que a ciegas se coronará por mor de la niebla. Pero no adelantemos acontecimientos, que el más allá no se alcanza si previamente no se ha trajinado un camino, en este caso el que en rojo viene pintado en el Mapa de la Comarca SAJA-NANSA y descrito en el librito que, al alimón, escribieron para mí (así lo siento) Juan Miguel Gil Alvarez y Fernando Obregón Goyarrola. De Pejanda hasta Cahecho van ellos en lo que es su cuarta etapa, de la cual nosotros completaremos la mitad, pues ella nos sirve, y nos basta, y también nos sacia.
De los 850 metros por encima del nivel del mar a los que está Pejanda, hasta el collado de las Invernaillas, 1.569 m., pasando por San Mamés, barrio que, aunque por tan sólo 32 metros, supera el millar, un kilómetro del camino que se dirige al Cielo, aldea en la montaña de Cantabria, lugar sagrado que se dio en llamar ´Catedral´ aquí en Bilbao, feudo de leones, ´Coliseo´ sobre cuya ´verde arena´ pelean, a veces con desesperante indolencia, nuestros gladiadores, esos que visten de rojo y de blanco, pan y circo dos mil años después, o sea, fútbol, alimento y diversión, un campo sin porterías, obsceno sería ponerle puertas al Campo, que al fondo del mar se vayan todas las llaves, señal de que la puerta de esta cabaña está abierta para nosotros, resguardo contra el frío, cocina para un banquete, refugio para los amores furtivos… To be continued...
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi', exfutbolista, mendizale, narrador de viajes y periodista