Iker de Eguino, cosecha del 95, jugó con los Williams, Yeray Álvarez, Remiro, ya de Primera con el Huesca, o Villalibre. Formado en Lezama, cedido en el Zamudio, y media campaña, ya libre del Basconia, en la SD Amorebieta, donde Etxebe se decantó por otro perfil para la zona ancha. En enero recaló en el Sestao River.
El 1-0 a la Arandina, gol de Iñigo Orozko, obedece al resultado a defender de cara a la vuelta en el Montecito: “Bien, sufrimos, es un buen equipo, un buen resultado. Tuvimos ocasión de meter un segundo, y a ver allí”, relata. Las referencias de la Arandina versan en que “saben a lo que juegan, tiene dos puntas arriba muy rápidos, de calidad y en su casa llevan 15 partidos ganados…”, advierte.
De Eguino considera que este tramo final de la temporada, la plantilla del River está “muy bien física y psicológicamente y la afición está más que nunca con nosotros. Es un club histórico y se nota la tensión y la presión desde la grada. Hay mucho ambiente y te sientes futbolista”, subraya De Eguino, estudiante de Magisterio de Educación Física, que saldría fuera “para aprender culturas e idiomas y hacerte más futbolista”.
Para el futuro no descarta ninguna vía: “Como futbolista no te puedes poner techo, tienes que disfrutar y lo que venga vendrá, aprender y trabajar”. Sigue con Tiko como ídolo por sus goles “desde fuera del área, los que le veía de pequeño en San Mamés”, cuenta el bilbaíno.