Tiene que agacharse 150 metros el Gorbeia, morrosko de 1481 metros, para entregarle el testigo montaraz al Anboto, roquedo franquicia del ´Parque Natural de Urkiola´, segunda altura de Bizkaia, ´herrialde´ éste, el vizcaíno, al que el bardo Benito Lertxundi se declara en emotiva canción y poesía. “Amada / te vi ayer por la mañana / vestida de blanco / verdor en la cabeza / fuego en tu corazón /…
Anboto, mágico monte, el tesoro más preciado del Parque ´de los Abedules´.
Hoy, te queremos visitar para saber si de la dama que tumbada duerme, formando con su cuerpo una crestería, eres de sus pies la punta de sus dedos, o de su cabeza la larga melena que el paso de los años plateó. Te queremos visitar, Anboto legendario y bocinero, llegar hasta tu cima luego de alejarnos del mar en ascensión y detenernos en los 1.331 metros de tu altura.
Con delicadeza caminar sobre ti, como si no te pisáramos, y acariciar de tu cuerpo la frente, o tal vez los tobillos, quién lo sabe, si duermes o estás tapada por completo, si eres de roca y mis dedos no aciertan a distinguir las diferentes formas de la piedra. Anboto, pico o montaña, ´Mari´, sorgiña, dama, reina mía, tumbada entre el Alluitz y el Anboto, larga cresta que por querer caminar sobre ella a más de un ser humano le ha costado la vida.
Urkiola, ´Parque Natural´: ¿duermes?... No contestas, y tu silencio quiere decir Sí. Duermen los abedules que te regalan el nombre; duerme el Santuario y la piedra que rodean los solteros por aquello del casamiento; duerme la cumbre de Urkiolagirre, el collado de Asuntza; detenidas están las aguas de la fuente de ´Pol – Pol´, cual bella durmiente a la espera de que Mikel Urdangarin las despierte con el beso melancólico de una canción; dormidos, Zabalandi e Ipizte; dormida, la crestería, toda ella, desde Alluitz hasta el Anboto.
En ese mítico monte, que, por haberlo ya coronado, no es para mí un desafío, en la cueva situada en su impresionante pared vertical que mira al este, oriente por donde el sol se despierta cada mañana, duerme Mari, que es la reina de todos nosotros, genios de la Tierra que ella personifica.
Quería ella captar todo mi ser, y el largo camino que se apaga en una curva, y las casas o cabañas, y las piedras, y las montañas del fondo, y la ladera pedregosa que tenemos al lado, y el perro que el montañero atiende, y otros montañeros que en la lejanía se ven diminutos, y el cielo muy azul, y las nubes, que parece que se quieren teñir como si fueran blanca cal que el añil colorea.