Fue un 21 de julio, tenía 49 años. Comenzaba el mito. Hay un génesis. Siempre lo hay. El cronista debe decidir. Escoger. Hacer saber a la persona que esto lee a cuento de qué alguien que jamás ha escrito ni una línea sobre boxeo ha decidido hacerlo. ¿La coyuntura, este tiempo tan raro en el que vivimos?, se le pregunta. No es así. ¿Si la noticia no viene al redactor, el periodista tendrá que salir a buscarla?, se le insiste. No es el caso.
Abordar el mundo del boxeo es algo que le rondaba desde su acomodo en ElDesmarque Bizkaia. Abordarlo en el sentido de poner sobre la mesa los nexos de este deporte con su vida. Que son tres y tienen un denominador común: la contradicción. Sentir atracción por un espectáculo que, entiende, atenta contra los derechos humanos al mediar actos violentos que generan daño: "suenan los cráneos como yunque herido".
Metáfora de Martí, que presenció la pelea entre el 'hermoso' Ryan, 'Gigante de Troya' también llamado, y Sullivan, el 'mozo de Boston'. Los apodos o nombres de guerra, presentes desde el inicio del boxeo. Tanto horror y sin embargo.
A los 11 años, la cocina de su casa se convertía en un Coliseo con asientos para ocho personas [deberían ser nueve, pero...] 'Hay que ver'. En la tele. En pleno franquismo. La mujer, ausente en campos de fútbol y otros estadios; presenciando, en cambio, un combate de boxeo, lo que se estilaba: la familia que ve el boxeo unida permanece unida. No se escuchan oraciones. Pero seguro que se reza para que Urtain noquee cuanto antes.
Que esperar a contar los puntos de uno y otro no es cosa buena cuando la noche está cerrada. En circunstancias tales, uno se pregunta lo que Carmelo Bernaola con respecto al fútbol y al Athletic Club: ¿Nos gustaba el boxeo... o se trataba de que un boxeador vasco como Urtain nos tenía con el alma en vilo?
Jamás se planteó esta cuestión. Todo era un deseo compartido: que Urtain mandara a su rival a la lona. A veces lo hacía. En el principio. Más tarde, con el tiempo cumplido, habríamos de sufrir viendo cómo el morrosko de Cestona, en regresión, se convertía en ese harrijasotzaile privado de los argumentos que se precisan para merecer el nombre de boxeador con todas sus letras, y el de púgil, con todas las de la ley.
Cuando, acorralado por la crudeza de la vida, y a falta de un amigo de verdad en su rincón, decidió ser él el que se declarara inferior a sí mismo, rodeó su cuello con una toalla y se arrojó por la ventana de su casa a sabiendas de que habría de convertirse en un saco de huesos.
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Una figura controvertida pero a la vez heroica y valiente. Fue único en acaparar afición y reclamo. Tenía gancho... cosa que escasea hoy día . Una pena su final... esperado por otra parte. Sus récords quedarán en la memoria colectiva . Fue éxito y fracaso ... los dos se cebaron con él... Una lástima.
Iñigo Abascal Muñagorri: Urtain no tenía ninguna categoría para pelear contra Muhammad Ali ni contra Joe Frazier ni contra George Foreman por el titulo mundial de los pesos pesados que lo habrían mandado al cementerio, Urtain era bueno derrotando a boxeadores de segunda y tercera fila que no vivian del boxeo y trabajaban de camioneros, matarifes y hasta le trajeron de Estados Unidos un policía que una noche antes de pelear contra Urtain se concentró en un tablao flamenco para luego perder con Urtain pues para algo lo trajeron de Estados Unidos.
URTAIN HA SIDO EL MEJOR BOXEADOR ESPAÑOL DE TODOS LOS TIEMPOS ,EL LE HABRÍA GANADO A MUHAMMAD ALI POR KO EL TÍTULO DE CAMPEÓN DEL MUNDO DE LOS PESOS PESADOS .
Urtain era el timo de la estampita vestido de boxeador.
Urtain era un falso boxeador, buenos boxeadores eran Pepe Legrá y Pepe Durán que si fueron campeones del mundo cosa que nunca fue el bluff llamado José Manuel Ibar Urtain.