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Presillas de Bricia: donde Burgos linda con Cantabria

Kuitxi Pérez

Presillas. Localidad. Alfoz de Bricia es su ayuntamiento. Villarcayo, su partido judicial. Al norte de la provincia de Burgos. Tan al norte que linda, roza, se incrusta el caminante, a cuatro zancadas que dé, en 'Campoo'. Se pisaría ya Cantabria. 'Merindad', en la Baja Edad Media. 'Comarca', en la actualidad. Tuvo que estirar su nombre hasta convertirse en 'Los Valles' tras un guión: 'Campoo-Los Valles'.

De tres se habla en un libro de diseño hermoso y vistosos colores. 'Valdeprado': ¡tu nombre me sabe a yerba!; 'Valdeolea': ¡primavera en la estación de Olabeaga!; 'Valderredible', rico valle que atrajo al primitivo ser humano. Municipio más meridional de la Cantabria infinita. Su belleza no evita que se 'deprima' a la par que el río. Corriente que le dio su nombre en señal de agradecimiento. Los romanos y su eterno latín: 'Val' de 'Ripa' 'Hibre' [Valle del río Ebro]. 'Muelle de Ripa': ¿les suena? Mas no es el Nervion. El Ebro. No podía ser otro...

Valderredible y su Polientes capitalino. Iglesias rupestres, mozárabes y de repoblación. El estilo románico se 'ensañó' clavando en la tierra piedras sobre las que levantar iglesias que alcanzaron lo excelso en la colegiata de San Martín de Elines. Llama la atención en la localidad de su mismo nombre. Un enclave donde el vacío ocupa mas espacio que la materia. Es la plaza. Edificios de piedra pura, limpia, la rodean. Sentarse en la terraza de la taberna Noa. Sentarse y contemplar.

En silencio. Sus sonidos. Los sonidos del silencio. Admirar la piedra y escuchar. Escucharla. Calla Dios, hablan las piedras. Si Álvaro de Campos estuviera con nosotros, le diría a su amigo Fernando Pessoa: ¡"sobra la poesía, sobra"! Se convirtió toda ella en piedra al llegar a este lugar y detenerse. San Martín de Elines... ¡Qué feliz estará Walt Whitman contemplándonos desde el otro lado de la delgada línea! Se cerró el círculo. Se cerró. Por fin. Ya era hora. Ya es.

Vayámonos a Presillas. O volvamos a ella. Cuentan que, a tiro de piedra, tras recorrer una angosta senda, y luego de caminar inmersos en un bosque de delicados robles, el caminante se topará con una piedra limpia en la que se escribió: "Eremitorio de San Miguel".

"Nos hallamos", cuentan, seguro está el que lo dice, "ante una de las iglesias o eremitorios rupestres más bellos de España, quizas comparable, modestamente, con la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga en la provincia de Soria". Fray Justo Pérez de Urbel cree que no exagera: "la gran altura de los arcos y las pilastras nos hacen pensar en lo Asturiano". Asturias, patria querida, paraíso natural que no habitamos. Al fondo, insinuandose entre la exuberante foresta, Cueva "La Vieja", la Cueva de "San Miguel"...

Un peñasco color ocre. Aspecto de 'Notre Dame', con sus dos torres. Como la joya de la corona de la jordana Petra. No les resultaría difícil frotar la piedra hasta desgastarla. Es caliza. La arena cede y cae. Adheridos a ella, fósiles marinos. El mar cubría estas tierras hasta que reculó dejando al descubierto sus huellas. Llegó un ermitaño. Luego, otro. Y entre varios frotaron esta lampara hasta que apareció lo genial, lo maravilloso. La ermita ya lo era. Pero siendo de piedra, no era consciente. Se dejó hacer hasta que las oquedades se convirtieron en el interior del templo.

Luego de ascender, peldaño a peldaño, por una escalera metálica, el viajero  se asienta en la cima, en la cumbre, aunque sin piano, y ausentes los 'niños del coro'. A través de una escalera de caracol con difusos escalones se desciende hasta la base. Un suelo arenoso, como de playa. Bancadas para el reposo. Para la meditación. Una columna soberbia. Con sus pies en el suelo. Con su cabeza haciéndose fuerte en la bóveda. "Me recuerda a las de la mezquita de Córdoba". No va descaminado el que se expresa. Mozárabe es el estilo.

Si la abrazáramos con colores ocres, vestigio del califato sería. Las suelas de las botas del caminante dejan huellas como si estuvieran pisando arenas de la meseta de Guiza. "No hemos venido a descubrir. Ni a conquistar. Llegamos hasta aquí para mostrarnos. Es la ermita la que nos mira y acoge". Más de mil años después, ausente de ermitaños, cuatro hombres se acercaron hasta el Eremitorio de San Miguel de Presillas para mostrarse a l@s lector@s.

Para decirles que merece la pena. Que tras la senda, el chopo gigante, un bosque de robles y una muy alta y frondosa foresta, esta maravilla mozárabe. Ocupar sus entrañas. Posar las manos en las paredes. Frotar levemente, como el que acaricia el rostro que más ama. Y comprobar cómo la arena se desprende, cae, 'polvo de estrellas' que se posa en el suelo. El caminante cree que fue así como se construyó este templo de paz. Este homenaje al silencio.

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  1. xxx

    De mozárabe no tiene nada.

  2. Conchi Endemaño

    Presillas, al Norte de Burgos. Eremitorio de San Miguel de Presillas, maravilla mozárabe. Un templo de paz, además de homenaje al silencio y bueno para la meditación. Muy buena descripción la de Kuitxi Pérez.