De "erupción histórica" habla el presidente del archipiélago canario, Ángel Victor Torres, mientras, en 'Cumbre Vieja', las entrañas de la tierra escupen sin pausa ardiente lava como en exhibición mundial de fuegos artificiales. "Si no fuera por tanta actividad volcánica bajo estas aguas, Canarias no existiría". Irrefutable.
En La Palma, la 'Isla Bonita', en pleno corazón del 'Parque Natural de Cumbre Vieja', la superficie de un atípico volcán se ha abierto por diferentes fisuras y ocho bocas. 25.000 movimientos sísmicos habían alertado.
Crónica de una erupción anunciada. La Tierra avisa. El señor Torres celebra la "fiesta de la Naturaleza". Aliviado por la ausencia de daño físico en las personas, reconoce que "este fenómeno coloca a La Palma en un lugar central del mundo".
La lengua de lava del proceso eruptivo de La Palma arrasa con todo a su paso en su camino hacia el mar. pic.twitter.com/InvtAhgtl5
— Agencia Canaria de Noticias y Audiovisuales. (@ACFIPRESS) September 20, 2021
El viajero no necesitaba volcanes en erupción cuando, verano de 2000, decidió volar hasta La Palma. Tampoco que Madonna le cantara al oído "La isla bonita". Criterio propio. Muy exigente a la hora de decidir dónde invertir el tiempo, su tesoro más preciado.
Sabía de maravillas tales como 'El bosque de Los Tilos', selva templada de laurisilva. De la ruta de los 'Nacientes de Marcos y Cordero'. De la 'Caldera de Taburiente', vestigio supremo, estragos de un volcán, gigantesco circo que, coronado por el Roque de los Muchachos, por el extremo del Barranco de las Angustias se rompe para abrirse camino al mar en la playa de Tazacorte.
Caldera inmensa. Infernal 'Caldera'. Suelo de fuego. De fuego el inframundo sobre el que se asienta esta portentosa isla triangular, ancha por arriba, estrecha se cierra allá por Fuencaliente, donde el faro al atardecer.
Allí acudió de retiro el viajero intuyendo el inevitable final. Donde la cadena montañosa nos regala su último volcán. Rozando el límite de la Caldera de Taburiente tiene su inicio el entramado volcánico. Hoyo negro, Duraznero, La Deseada, El Charco, Martín, quinteto asentado en el descansadero de Cumbre Vieja. Un respiro y San Antonio.
De seguido, punto final para el Teneguia con motivo de las bodas de oro de su última erupción. Octubre de 1971. "Erupción histórica". "Fiesta de la Naturaleza". El 'viajero' buscaba calma, no, barullo. Se acercó al volcán de San Antonio. Calzaba chancletas. En ellas recorrió el borde del cráter hasta cerrar su círculo. El viajero no sintió temblores ni calor bajo sus pies. Ni siquiera olfateó la panoplia de hedores que los compuestos azufrados emiten.
San Antonio. Fuencaliente y su faro. Junto a él se sentó. Lo invadió la calma. Agradable sensación. Girando su cuello a la derecha, le permitió a su mirada que se perdiera en lo infinito del mar. Por un momento, creyó ver carabelas, viento en popa, a toda vela. Hacia América navegaban. Y no lo sabían. Esa América que, encabezada por los Estados Unidos, tiene el miedo en el cuerpo desde que un grupo de expertos en vulcanología se empezó a temer lo peor.
Que La Palma, toda ella, era un volcán que por dentro reventaba, que por fuera se desgajaba. Media isla, en su sitio; la otra mitad, por la borda. Como la 'balsa de piedra' pero en modo pesadilla. Un 'megatsunami' se desata. Lo que el imperio yanqui se teme.
Allá va el agua, veloz. Allá va el mar embrutecido Gigantescas olas chocan contra América. Desde Canadá hasta Argentina. Pero es la América de Biden la que se duele a la altura de Nueva York.
Nada de eso existía en 2002. Cuando Cumbre Vieja dormía. Desde lo alto del volcán San Antonio creí ver su figura desgarbada. Volcanes que conforman fila, ruta, recorrido homologado. Añoro el regreso a La Palma. No ya por ver cómo quedó la isla tras el "festejo de la naturaleza". 'Nacientes de Marcos y Cordero' quedó pendiente. La 'selva de laurisilva'. Desde lo más alto de la Caldera de Taburiente, 'mostrarme' a lo portentoso hasta aparecer en el Barranco de las Angustias.
Ese desfiladero hacia el mar en el los guanches les enseñaron a los invasores castellanos qué cosa es el miedo. Un miedo igual, pero distinto, a toda esa gente que habitaba los caseríos de El Paso y Los Llanos de Aridane. A los que viven en Villa del Mazo, Tazacorte y Fuencaliente. Tras la erupción en Cumbre Vieja, la lava desfila por las calles. En busca del mar. "Los ríos" de lava, "como los hombres, solo cerca del fin acaban sabiendo para qué nacieron".