A no ser que se dé una grandísima sorpresa, como cuando Adrien Brody ganó por El pianista (Roman Polanski, 2002), Viola Davis ganará el Óscar a la Mejor actriz de reparto por Fences (Denzel Washington, 2016). Probablemente se lo merezca en cuanto a que es un premio interpretativo y ella una gran actriz, y aunque todavía no he visto la película, porque su estreno en España no será hasta dentro de unas semanas, ya puedo decir que será un Óscar injusto. Injusto como los de Alicia Vikander, Jennifer Connelly, Jim Broadbent, Rachel Weisz, Catherine Zeta-Jones, Jared Leto, Mira Sorvino o Mercedes Ruehl. ¿Se ve el patrón?
Estos siete oscarizados intérpretes no son personajes secundarios en las películas que les dieron el premio, pero fueron propuestos así porque las distribuidoras y productoras propusieron que así fuera. En algunos casos son ideas claras de los propios intérpretes, como en el caso de la propia Davis. Según contaba Denzel Washington -nominado como Actor Protagonista también por Fences- en una entrevista a Deadline, le dijo a la actriz que no le parecía bien que se presentara como Actriz de Reparto a los premios, sino que debía hacerlo como Protagonista. Y es que cualquier vistazo a Fences, sin la necesidad de haberla visto si quiera, evidencia que Davis interpreta a la protagonista femenina de la cinta. Pero la actriz conoce la industria, y sabe que tiene más posibilidades de premio en esa categoría. De hecho, con su nominación se ha convertido en la primera actriz negra es estar nominada tres veces al Óscar.
¿Por qué permite la Academia estos disparates? Porque sus normas no recogen ninguna distinción en lo referente a cuánto debe durar una interpretación para ser considerada protagonista o de reparto. Se parte de que el término original 'supporting actor/actress' implica que ese intérprete sirve 'de apoyo para el/sostiene al' personaje protagonista, pero esto entra en un territorio de gran ambigüedad. De hecho, Anthony Hopkins o Nicole Kidman tienen Óscars como Protagonistas teniendo menos de 30 minutos de metraje en El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) y Las horas (Stephen Daldry, 2002), respectivamente. Pero ese es otro tema.
Lo único claro es que esto es una injusticia y un desprecio para los otros nominados cuando sí dan vida a personajes secundarios y tiene una clara proporción de menor tiempo en pantalla. El caso perfecto de premiada en un papel de reparto sería el de Penélope Cruz en Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2008). María Elena tiene una media hora de tiempo en pantalla y su personaje sirve desde un punto de vista de guion para promover un cambio en los más protagónicos de Javier Bardem y Scarlett Johansson. La gracia es que si Cruz pudo ganar ese año el Óscar fue porque se cambió la estrategia empresarial de presentar a Kate Winslet a los premios como Protagonista por Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008) y De Reparto por El lector (Stephen Daldry, 2008), una idea que dio a Winslet dos Globos de Oro la misma noche pero que se pensó que le quitaría posibilidades de premio en los Óscar. Finalmente ganó el Óscar a Mejor protagonista... por El lector. Un disparate.
La Asociación de la Prensa Extrajera, que entrega los Globos de Oro, sí tiene una política más fuerte en estos temas, aunque después comete locuras por otro lado, como la Categoría de Comedia/Musical. El año pasado Rooney Mara y Vikander fueron propuestas como De reparto a todos los premios, cuando Mara de hecho sale más que Blanchett -la propuesta como Protagonista- en Carol (Todd Haynes, 2015) y Vikander es la protagonista femenina de La chica danesa (Tom Hooper, 2015). Pues la APE no permitió este embrollo, y las actrices fueron propuestas y de hecho nominadas como Protagonistas. Ojalá la Academia endureciera sus normas en este asunto, porque es ridículo y lamentable que se den los premios así. Como una quiniela donde no importa sólo el talento sino el encaje de bolillos que uno haga para colar sus propuestas en el mayor número de categorías posible.