Ghost in the Shell (Rupert Sanders, 2017) está siendo un fracaso. Pero un fracaso de esos irónicos, de esos que resultan de un presupuesto y campaña de promoción tan caros que hace que aunque una película recaude bastante dinero, la cantidad no sea suficiente si no compensa la inversión. Como le pasó a John Carter (Andrew Stanton, 2012), uno de los grandes fracasos de la historia de Disney pese a una recaudación en taquilla muy alta. Hace poco un artículo de The Hollywood Reporter se preguntaba por las posibles causas del fracaso de la adaptación del celebrado anime de Masamune Shirow y la película de Mamoru Oshii, enumerando entre otros motivos la polémica por la 'occidentalización' de unos personajes orientales o el hecho de que los animes no suelen funcionar como adaptación a imagen real hechas en Hollywood. Pero al arriba firmante no le preocupan tanto las causas como las consecuencias.
Porque seguro que, cuando Ghost in the Shell termine su periplo internacional y hasta el último dólar esté contado, tanto en las redes sociales como en los despachos de los mandamases de las distribuidoras y productoras más potentes, se oirá la frasecita estúpida de marras: "Normal, si es que las películas protagonizadas por mujeres no funcionan en taquilla". De hecho, el protagonismo de Scarlett Johansson para Ghost in the Shell siguió la lógica de tratar de aprovechar el inesperado de éxito de Lucy (Luc Besson, 2014) -reuniendo incluso a Johansson y Pilou Asbæk en la película- y del hecho de que Johansson es la Viuda Negra de Los Vengadores, personaje del que se lleva tiempo pidiendo una película en solitario. Petición que Marvel ignora, y que puede que haya ganado una nueva coletilla para justificar la negativa.
Y ahí es dónde entra el doble rasero de género ante estos fracasos, ya que nadie argumentará que lo de John Carter o La gran muralla (Zhang Yimou, 2016) pruebe que las películas protagonizadas por hombres no dan dinero. ¿Y por qué nadie argumentaría algo así? Porque es absurdo. Y porque la mayoría del cine está protagonizado por hombres, lo cual haría más absurda aún dicha afirmación. ¿Qué las películas protagonizadas por mujeres no funcionan en taquilla? Figuras ocultas (Theodor Melfi, 2016) ha recaudado más de 170 millones en todo el mundo. La Bella y la Bestia (Bill Condon, 2017) es el bombazo que se esperaba. The Zookeeper`s Wife (Niki Caro, 2017) va camino de una gran recaudación para ser una cinta indie, por no obviar la mencionada Lucy, De repente tú (Judd Apatow, 2015) o la saga Dando la nota (2012-2017), que es sólo una saga por el éxito de su primera parte. Lo gracioso de esto es que nadie defiende que el hecho único y exclusivo de tener protagonistas femeninas es lo que ha generado esos éxitos. Porque no importa en muchos casos.
Podría dar muchos más ejemplos, ejemplos que contradicen el argumento que se suele usar en estos casos: "Eso son excepciones, casos aislados". ¿Cuántos se necesitan entonces para que sea norma y el estúpido mantra no sea válido? Da igual que La boda de mi mejor amiga (2011), Cuerpos especiales (2013) y Espías (2015) hayan sido lo exitosas que fueron, Paul Feig es ahora el director del 'fracaso' de Cazafantasmas (2016). Es un doble rasero que por supuesto se extiende a toda la industria, uno que limita a directoras y mujeres guionistas, que no deja de deparar sorpresas (es necesario recordar el discurso de los Óscar de Cate Blanchett tras ganar por Blue Jasmine (Woody Allen, 2013), ya que sus palabras tienen la misma relevancia tres años después) y que como todo doble rasero de género es abominable.
Que el fracaso de Ghost in the Shell sea visto como lo que es, pero no como una reacción del público ante la idea de que el personaje principal de la cinta sea una mujer. Ya plantearlo es ridículo, pero hay suficientes testimonios de gente de la industria como para ignorar que esa lógica se aplica. Los agoreros que no quieren que nada cambie tienen los días contados, pero luchan con uñas y dientes por no dar paso a lo nuevo.