Juego de Tronos ha conseguido uno de ‘esos’ episodios esta semana. Es decir, un episodio de los que se quedan grabados en la retina de los espectadores. Y es que, tal y como contamos en esta review, muchas cosas han ocurrido en Botines de guerra. Batallas, reencuentros, guiños…sobre todo, esto último. Hay un detalle que a muchos les ha llamado la atención. Se trata de las pinturas ¿rupestres? que Jon encuentra al excavar en Rocadragón.
La secuencia, que ha servido para muchos memes y bromas al respecto, con Jon Nieve de protagonista pintando él mismo las paredes de la cueva, posee más información de la que pensamos. Y es que en Juego de Tronos, nada, absolutamente nada es casualidad.
Refresquemos la memoria: Jon va poco a poco descubriendo, con una luz muy tenue, las pinturas que los Hijos de los Bosques realizaron en la cueva donde se esconde el vidriodragón. Daenerys va a su lado, fascinada por la visión de algo tan antiquísimo, anterior incluso a la forja de su Casa. En pantalla comienzan a aparecer los dibujos, aparentemente sin sentido, que pueblan la cueva. Jon va contando la historia tras ellos: son un recordatorio del momento en el que los Hijos del Bosque pelearon con los Primeros Hombres codo con codo, contra los Caminantes Blancos.
Entre dibujos y formas, se ven unos patrones muy concretos. Si te suenan de algo no te extrañes: es que ya los has visto.
Lo explica David Benioff en un vídeo Behind the Scenes:
"Una de las cosas que nos enseña el episodio es que en las pinturas de la cueva se ve cómo los Caminantes Blancos no venían con ese aspecto. Este derivó de sus creadores, los Hijos del Bosque. Los patrones tienen un significado místico para los Hijos del Bosque. No estamos seguros de qué significan, pero los patrones en espira son importantes en muchas culturas diferentes en el mundo, y tiene sentido que en este lo sean también”
La secuencia esconde también un paralelismo oculto. Se trata del siguiente:
¡En Juego de Tronos hay que estar siempre atento a los detalles!