Miki fue ayer uno de los protagonistas de la gala 4 en Operación Triunfo. De ideas claras y un discurso que representa a gran parte de la generación millennial, el cantante zanjó el debate por mariconez de una manera madura y elegante, sin ofender y desde el máximo respeto. Todo lo contrario a lo que han hecho esta semana Ana Torroja y Joe Pérez Orive, dos de los miembros del jurado de esta edición.
Marcada por la polémica inventada en redes sociales, la gala se desarrolló con un ritmo bastante bueno, desmarcándose de la dejadez que ha tenido estas semanas atrás, con un Roberto cada vez más cómodo y un público de diez. Las actuaciones se sucedieron sin muchas interrupciones, lo que le añadió ritmo. Cuando le tocó el turno a Miki y María, todos los ojos se situaron en el jurado, sobre todo en la ex de Mecano, quien fue abucheada en varias ocasiones durante la gala.
En el vídeo resumen de la semana, se pudo ver a ambos discutir sobre el posible cambio de palabra en la canción. Cada uno adoptó una postura, pero con el mismo objetivo: intentar cambiar una palabra que resulta ofensiva y dañina para un colectivo, pese a su aspecto inocente y de semántica ambivalente. Tanto María como Miki debatieron sobre ello y en el vídeo mencionado se pudo observar cómo de respetuosos y concienciados han sido. De hecho, casi que me atrevería a decir que tenían más miedo de hacerlo mal frente a Ana Torroja a que esta se enfadase por cantar estupidez en Quédate en Madrid.
Al acabar la previa, Roberto, experto en liberar las tensiones de ese plató, le pasó la batuta al dúo que esperaba para cantar. La respuesta de Miki fue la siguiente:
“No vamos a juzgar a un grupo o a una persona por una sola palabra cuando ha sido un referente importante en la historia de la música. Que es una palabra que a nosotros nos molesta muchísimo también es cierto, pero porque nosotros no nos imaginamos ahora mismo una sociedad que pueda concebir que una palabra así no sea un insulto o un menosprecio a un colectivo así”
Cabe recordar que esto lo han dicho sin saber absolutamente nada de todo el jaleo que ha habido fuera, ya que están aislados en el mundo exterior. María apoyó a su compañero alegando que el debate es positivo. Con aires de persona magnánima Torroja quiso responderla diciendo que el debate siempre se debe de hacer desde el respeto y la tolerancia. Y yo me pregunto, ¿qué debate?
Queda muy bien para Operación Triunfo marcarse el tanto de tener en sus filas a personas como Miki o María (o Alba, Famous, Natalia, Julia, Sabela…), pero cabe cuestionarse si no pecan de hipócritas. Ninguno de los dos implicados en la -falsa- polémica ha tenido oportunidad alguna de defenderse, de debatir, de alegar y argumentar. Solo lo hicieron con Noemí, quien, al fin y al cabo, solo es el correveidile de este tema. Ni el programa, ni nadie responsable del mismo han llamado la atención a Joe por su comportamiento, por blandir la palabra censura sin ton, ni son y por incitar todo lo que ha pasado después. Tampoco a Ana, quien los ha dejado en un muy mal lugar. Ni siquiera han llegado a responder a Mario Vaquerizo, Alaska, o El Sevilla por menospreciar a María sin venir a cuento. Apuesto que estos últimos solo hablaron porque era el tema de moda, y que no conocían ni el contexto, ni quienes eran o cómo lo habían pedido. Solo por eso, aunque fuese un tuit deberían haber lanzado.
Si este fuera un país de sabios, todos ellos se retractarían tras hacer el esfuerzo de empatizar con alguien que, sencillamente, solo quería cambiar una palabra. Aunque no compartan su opinión. Las palabras de Miki ayer son el ejemplo perfecto de cómo los millennials somos capaces de decir las cosas sin ofender, y cómo a menudo, quienes nos llaman la generación ofendidita son en realidad los primeros en picarse. Porque como dice el dicho: quien pica ajos, come. Nadie quiere que se censuren las letras, y más en un país con una triste historia sobre ello. No se le llama homófobo a quien todavía canta palabras como mariconez. Solo se quiere concienciar en cómo las palabras definen la cultura y la visión del mundo, y cómo una palabra, a priori inocente, también puede estar cargada de un significado dañino. No es cuestión de ofensa, sino de sensibilidad con quienes sufren las consecuencias de un insulto jocoso.
Si algo han dejado claro Miki y María es que los que abanderaban la contracultura hacen treinta años han pasado a ser aquello de lo que se quejaban. Y lo han hecho sin ni siquiera estar en el ajo. Que María fuese ayer la favorita y el público corease estupidez en directo cuando terminaron de cantar -algo que el programa ni se molestó en anotar-, demuestra que los millennials no estamos tan vacíos de significado como nos hacen creer. Miki le hizo ayer un regalo a Mecano dedicándole la canción de parte de él y María, aunque en realidad, el regalo nos lo había hecho a nosotros: había dado una lección a este país de jaleadores que opinan sin fundamento.