David Koepp reúne a un reparto con el que parecía que nada podía fallar. La atención del público la tiene asegurada ya solo con la presencia de Johnny Depp y Ewan McGregor (para quienes consideren sus magnetismos y atracción incombustible motivo suficiente). Sin embargo, Mortdecai es todo lo que una comedia “sofisticada” debe evitar y aquello de lo que poder arrepentirse cuando, dentro de unos años, se eche una inocente mirada hacia atrás.
Por otra parte, podría caber cebarse con un Depp condenado ya a resultar aburrido con esa continua sobreactuación a la que parece haberse acostumbrado y de la que, afortunadamente, se libera en contadas excepciones. En Mortdecai, él mismo parece cansado y lo hace notar en numerosas secuencias. Es hora de que Johnny Depp busque regenerarse y volver por aquella senda de personajes que le brindaron la gloria: Ed Wood, Eduardo Manostijeras, Ichabod Crane o Gilbert Grape.
David Koepp, a quien se le deben algunos de los libretos más memorables de los años 90 (Mission: Impossible, Parque Jurásico o Atrapado por su pasado) debe considerar esta jugada e incursión en la comedia con Mortdecai como un error que está a punto de subsanar con algo de voluntad.